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jueves, 30 de abril de 2009

CONOZCA EL MUNDO DE LOS FACTALES

CONOZCA EL MUNDO DE LOS FACTALES

Un fractal es un objeto semi geométrico cuya estructura básica, fragmentada o irregular, se repite a diferentes escalas.[1] El término fue propuesto por el matemático Benoît Mandelbrot en 1975 y deriva del Latín fractus, que significa quebrado o fracturado. Muchas estructuras naturales son de tipo fractal.

A un objeto geométrico fractal se le atribuyen las siguientes características[2]

Es demasiado irregular para ser descrito en términos geométricos tradicionales.
Posee detalle a cualquier escala de observación.
Es autosimilar (exacta, aproximada o estadísticamente).
Su dimensión de Hausdorff-Besicovitch es estrictamente mayor que su dimensión topológica.
Se define mediante un simple algoritmo recursivo.
No nos basta con una sola de estas características para definir un fractal. Por ejemplo, la recta real no se considera un fractal, pues a pesar de ser un objeto autosimilar carece del resto de características exigidas.

Un fractal natural es un elemento de la naturaleza que puede ser descrito mediante la geometría fractal. Las nubes, las montañas, el sistema circulatorio, las líneas costeras[3] o los copos de nieve son fractales naturales. Esta representación es aproximada, pues las propiedades atribuidas a los objetos fractales ideales, como el detalle infinito, tienen límites en el mundo

miércoles, 29 de abril de 2009

El mundo de la muñeca Liz

Autor: Virgilio López Azuán

Dentro del grupo de juguetes la muñeca Liz no paraba de mirar a su alrededor. Su dueña, la niña Marily no le importó amontonarlos a todos en uno de los rincones de la casa. Estaban tirados: el juego de cocina, los platos y los cubiertos, la camita y la coqueta, el juego de té y los sepillos para peinar. Había otra muñeca acostada mirando al techo, con los brazos hacia arriba, como si pidiera que la cargaran. Pablito, el hermano de Marily, se acercó al rincón y puso soldados, metralletas, autos, tanques de guerra y hasta un cuchillo tipo Rambo.
La muñeca Liz no entendía su mundo, por más vueltas que le daba a su mente, no lo entendía. Todos los seres eran inanimados, sin una pizca de movimiento. Pero Liz había adquirido conciencia. Se desplazó entre los demás juguetes, sentó a la muñeca que tenía al lado y le bajó los brazos para que terminara la súplica. Más allá vio a la niña Marily que jugaba con su el niño Pablito. Marily reía y Liz, imitándola, empezó a reír también. Y vio que era bueno. La niña Marily corrió hasta la sala y Liz la imitó, salió corriendo cerca de los juguetes, y vio que era bueno. De repente escuchó que la niña Marily pronunciaba unas palabras y ella imitó los sonidos. Se dio cuenta que podía hablar. Eso la llenaba de alegría, empezó a sentirse feliz… Volvió hacia donde estaban los juguetes y le dijo a la muñeca: “¡Levántate y anda!” y la muñeca se paró y abrazó a Liz. Las dos iniciaron una danza en su mundo recién nacido.
Liz ordenó a los muñecos soldados que se levantaran, y así fue. Los muñecos se levantaron rápidamente, tomaron las metralletas, los tanques de guerra para combatir. Todo fue muy rápido, Liz y su muñeca amiga tuvieron que marcharse del lugar, y todas las noches en sus sueños, escuchan el tableteo de las metralletas.



28 de abril del 2009.

martes, 21 de abril de 2009

MEMORIA DEL BOLERO





Memoria del Bolero

AUTOR: VIRGILIO LOPEZ AZUAN

Más de cien años han trascurrido de que el bolero hizo su aparición en los escenarios, en la manera de vivir, en las expresiones del sentimiento y de la danza. Vino evolucionando, conformándose entre ritmos y añoranzas. Con esa carga lírica y romántica, se apoderó de las galerías expresivas del amor. El bolero se convirtió desde entonces en la manera más fácil para hacer volar las ensoñaciones, para combatir la nostalgia que construye soledades en el alma.
La lírica de las canciones hechas boleros nos traen esa carga de imágenes, que apuntan a los espacios sensibles, donde el amor trasmuta los sentimientos más altos, construidos en el corazón. Y allí deja la memoria, en el puro corazón; lejos de las redes donde las razones se matan entre diálogos y silogismos. Esa memoria levanta imágenes que creíamos perdidas, pero que estaban allí, lozanas, vivas; esperando que las hagan volar con las canciones de Roberto Yanés o de Armando Manzanero. Ese bolero, ese que cuelga como murciélago en las noches. Está allí, y lleva la memoria de todos los amores del mundo, de ese primer amor; del inconcluso, del prohibido y de aquel que se consumó con las notas de una guitarra.
El bolero se vestía de romance y se echaba a la calle a enamorar la luna en los charcos, su virginidad utópica y su soledad en el orbe. El bolero hacía bajar las estrellas y la tenía tan cerca que hacían comuniones de almas y soledades.
En la danza, el bolero une, aprieta, da golpes suaves de cintura, como si buscara fusiones, como si en ese momento, dos fueran uno, como si en las caderas volaran las formas animabas del afecto. En el bolero dos pasos se aceleran y el otro se hace lento, para girar a la izquierda como si se disfrutara del éxtasis, de esas sacudidas que estremecen el alma y los sueños.
Bolero es vuelo, de cuerpo y corazón latiendo. Bolero es la danza para apaciguar los infiernos del amor, esos benditos demonios que nos asaltan con sus garfios, con sus tridentes. ¿Quién no se rinde cuando escucha estas letras de Pedro Flores?: “Perdón, vida de mi vida, /perdón, si es que/te he faltado, perdón, cariñito amado/ángel adorado, /dame tu perdón”, o “Esperanza inútil/flor de desconsuelo/ porque me persigues/en mi soledad”.Nadie se escapa de esa catarsis, de esos ruedos que le sacan al espíritu, con su bies de nardos y azucenas. Ese es el bolero, es perdón, vida y ángel que se enamora de la nostalgia para mecer corazones enamorados. Si oyes un bolero, te meces en hamacas, en los hilos imaginarios de la ternura; en el rosa que trajo a tu memoria el arco iris. El bolero es cosecha de besos, de serenatas en los ventanales de de un poema. Bolero es irse y volver a recoger las nostalgias, en los pétalos de una pena que quiso ser amante de una guitarra.
El bolero está en la memoria, en los libros sagrados de una ilusión. El bolero está cuando el amor se va, cuando se queda en las puertas, atravesando los umbrales. Simplemente, el bolero recoge todas las congojas y las lanza al río para que se ahoguen en el mar, sin flores de desconsuelo.
Con más de cien años, el bolero es una niña que recoge flores en los cuerpos recién besados.
A nadie se le queda la sangre quieta, cuando pegados de la amante se baila un bolero. Las aves vuela, bolero. Y en la plenitud se deshacen las nubes de un abrazo negado, a media luz, cuando se está en cualquier alcoba.
Hoy brindo por el bolero, aunque los brindis nos hagan cursi. Hoy brindo por el “Amor Perdido” que se fue calle abajo una tarde sin tomar el café de las seis, porque “Que extraña es la vida” “Bajo un palmar”; porque “Quizás, quizás, quizás”, “Solamente una vez”, nos podamos enamorar para siempre con el corazón volando entre boleros. Por eso, dónde están ellos: Daniel Santos, Pedro Vargas, Benny Moré, Virginia López, Marco Antonio Muñiz, Bobby Capó, Armando Manzanero, Roberto Yanet, Amalia Mendoza, Lope Balaguer, Agustín Lara, Antonio Machín, Olga Guillot, Los Panchos, Chavela Vargas, Alfredo Sadel, Nat King Cole, Trío Matamoros, Rhina Ramírez. Dónde están en esta hora de boleros, cuando la memoria del corazón los evoca. Ellos están aquí, ellos son boleros. A pesar de todo, en todos los vuelos, en todos los amores, en todas las guitarras, en todos los pianos, en todas los cantos de corazón latiendo, vive el bolero.

viernes, 17 de abril de 2009

Cuando la Nostalgia se convirtió en Bolero




Autor: Virgilio López Azuán

Una vez Nostalgia estaba sola y en su alcoba nacieron telarañas de Olvido. En las redes hilos de Pena se columpiaban como si quisieran alcanzar nuevas paredes, para tenderse, para salir corriendo de los Olvidos. Nostalgia, que en el corazón tenía una Lágrima decidió dar un paseo, salir de la alcoba para llenar los vacíos que le había dejado el último Adiós.

Entonces, cuando iba a dejar la alcoba, los hilos de Pena la atraparon, no querían que ella se fuera. Se le lanzaron por el cuello y la rondaron, le pidieron encarecidamente que no los dejara porque Soledad, con sus misterios y su mudez, llenarían la alcoba de Silencio.

Nostalgia que en sus manos andaba un Adiós, sintió derretirse la Lágrima en su corazón. No quería que los hilos de Pena sintieran lo mismo que ella. Por eso se le vía Triste con los ojos a medio cerrar, derrumbada.

Nostalgia no quería apartarse de Pena, ni de Adiós, ni de Silencio, ni de Lágrima. Sin ellos nunca sería la misma Nostalgia de siempre.
Pero ella no podía seguir viviendo así. Tenía que rebelarse. O simplemente pasaría la vida mirando los hilos de Pena tejer telarañas para huir de los olvidos.

A su alcoba llegó una mariposa volando tranquila, sus alas se movían con un ritmo extraño. Llegó llena de ensoñación, como si estuviera enamorada. Nostalgia la observó y empezó a imitar su vuelo. De pronto, Nostalgia volaba y volaba. Salió por la ventana y miró para atrás, y los hilos de Pena trataban de alcanzarla…

Ella siguió su vuelo, entró a todas las casas donde había enamorados. Y Nostalgia volaba, volaba. Los enamorados, querían imitar su vuelo, y empezaron a volar en una danza. Y desde entonces, Nostalgia se convirtió en bolero.

Creado el 17 de abril 2009, 11 de la noche.

jueves, 16 de abril de 2009

BOLERO




Autor: Virgilio López Azuán

Yo también soy bolero
Café acabado de colar
Vapor
Sangre caliente que estremece, que hierve
Arteria
Río que corre al final de las sombras
He aquí un enamorado empedernido
Un terrible hombre que amanece
Marcando discos, Tariacuri inmensa
Yo también soy bolero
Bolero bolero
Traigo al lado aquella muchacha
La de siempre
La que respira domingos
Detrás de mis borracheras
La que deshace margaritas
Ella va a mi lado
A columpiar el amor
Mientras llega la noche
Yo también soy bolero
Lo proclamo
Tú eres fuego, volcán
Mi techo.


Soy bolero de cuerpo entero
De la cabeza a los pies
Del corazón a los ojos
Del amor al desamor
Bolero que anda
Por calles interminables de la noche
Ritmo de piano
De versos y melancolías
Tengo los besos hechos de boleros
manos que imploran tu piel
boca que llama, que pide
que clama tu amor
Soy farol de calleja, serenata
Amor a media luz
Guitarra que envuelve madrugadas
Y traen a tu ventana
Lo dice de tu cuerpo leve
Que me anega, me zampa las penas
Soy bohemio de las noches y las estrellas
Soy bolero.


Dame tus labios de cacao
En esta hora de lluvia y recuerdos
Préstame tus manos tibias
Al compás de “Mi grito” de Roberto Yanés
Llévame a un suspiro de calles solitarias
Por favor
Hazme caminar junto a ti
A esta hora de charcos y aguaceros
Yo seré tu espejo, tú razón
Tú irás blandiendo abanicos alegres
Envuelta en sábanas
De canciones interminables
Dame tus besos y que venga el fin
Las guerras moleculares, los impactos del cosmos
Que en la sangre bramen maremotos
Nada importa
Tú y yo inventamos el amor
Ahora
En estos intentos.

La noche huele a bolero
A humo, a ron, a discos
El amor hace presencia
Aquí cerca
Ronda las calles y va a tu casa
Despierta los sueños, bufones de poetas
Del corazón salen platos de son
Solemne ritual que evapora nostalgias
Ya sé que perdiste
Habita
Reside en la raíz del mi vocablo
De esa palabra que se levanta
A la orilla de los crepúsculos
Como la noche
Hueles a barra, te lo digo
A canción de Lucho Gatica
A candidez iluminada con besos
Ven ligera, agriétate la vida
Toca palmo a palmo mis desiertos
Habita mis alboradas
Despide luceros y estrellas en las auroras
Son un simple adiós de cara
Hueles a luz
A brillo de luna derramada en mi copa
Soy amor que desvela
Que atrapa las imágenes voladas del sueño.

miércoles, 15 de abril de 2009

ADIVINANZA 2




Autor: Virgilio López Azuán

El Sur vuela en sus manos como olas del Caribe
Como mar entre las islas, como Ángeles sin despidos
El Sur es la nota clave, de merengue, Bomba y Son
De Quisqueya, encanto jíbaro, jíbaro encanto guajiro
y de sus ojos la miel, la miel de las calles te lamen
y te toman, y te vuelven cuerpo de Sur entero
Ya el Norte quiere ser el Sur, porque le pican los olvidos
Pero este Sur de olvido ya tiene su poema largo
en el Viejo San Juan, en Yauco, en Ponce conmovido

El Sur sabe volar con sus manos, con su palabra cortada
mordida por los poemas de Tulio, por sus versos tiernos
Ella está, perdida entre los sures, sabuesa de encantos
con la mirada de anchos océanos, con su pelo trigo
Ella tiene manos de Sur, pechos de Sur, cuerpo de Sur,
Corazón que entre latido y latido sangra Sur y suspiros

Todo rezuma Sur, como en otros poemas del Sur rotundo
Ella es como el sol de las cuatro en las tardes de San Juan
como las pitahayas en la sed y en las profundidades
como la otra ala que le faltaba al cuerpo del encanto
Ella es picacho y pradera, llano, valle. Ella es ladera
ella es agua y océano, arma que dispara versos

El Sur sabe volar con ella, en “marzo como enero”
en las caretas de Ponce, en las aguas de Liborio
Ella no cumple años, no tiene tiempo, ni inviernos
no tiene números, ni papeles, ni tedios: Ella tiene sueños

Nadie sabrá por qué en su corazón laten los pueblos
ni por qué en este día el sur la recibe con velos
sólo el tiempo se estira, nunca cumplen años los sueños
El sur visita al sur, desde lo profundo de sus huesos
ella es mujer, si la vieran en su vuelo, danza, danza
vuela, vuela, el Sur es tuyo de cuerpo entero.

domingo, 12 de abril de 2009

VERSOS DE VIRGILIO




“NADIE SE VA, VIRGILIO
LA MUERTE SE OCUPA
DE LOS VIEJOS CADÁVERES
NOSOTROS NOS QUEDAMOS
TODOS NOS QUEDAMOS
PONCE, YAUCO, EL SUR
EL CUENTO
LA POESÍA
LA NOVELA
QUE NO SE HA ESCRITO
QUE NO PAGA
LA VIDA QUE SIEMPRE
GANA”

cn

CONTRAVERSOS A CÉSAR NAMNÚN

Autor: Virgilio López Azuán

A cada rato nos estamos yendo
nos vamos por las calles de un verso
por la yerba mala de un trago siniestro
nos vamos en las tardes, comiendo ortigas
bailando una danza con rayos de sol
en las curvas de la guitarra, en nubes de amor

A cada rato nos estamos yendo
cuando la muerte besa su esqueleto
de cadáveres esparcidos en el poema

Nada se queda, todo se va
para beberse dos veces las aguas del río
dos veces repetidos de silencios
Ni el César, ni los centuriones,
ni los Denarios, ni las promesas divinas
nos paran de fluir, de seguir las sendas
de tantas amanecidas, de tantas noches solas

A cada rato nos estamos yendo
tiernos adolescentes de las tabernas
borrachos ilusos en un paisaje muerto
Ni es el cuento que novela el poema
ni el poema que novela el cuento
ni la novela que cuenta el poema
dejan la marcha en el alma de los huesos
de tantos cadáveres esparcidos
en páginas de silencios

A cada rato nos estamos yendo
como tigres traviesos, abobados del rocío
con tantas ansias a punto de brotar
con tantas notas de guitarras mudas
como si por el canto regresara la vida
Esto es contracanto, cotraverso y reverso
Con tal de salvar los espejosb,
por la salud de Borges y los cuervos de Poe

Porque vale la pena seguir fluyendo
como Heráclito en el río
para salvar la vida en los intentos
enlazar corazones en el sur de los latidos
en Ponce, en Yauco, en La Guancha
en Azua y San Juan, el la Plaza Ceremonial
en la música de Maniel, en flauta de César
en los compasillos de los corazones del Sur
latiendo…



Ponce

Virgilio López Azuán



Entonces, son las once sobre la plaza de Ponce

Sobre el Parque Bomba, rojo sangre barrio de bronce

Saltan llamas, bomberos de Ponce, sobre las once

Casas y fuegos, barrio de Ponce, bomberos de bronce


Noche y Banda, silencio de Ponce, bronce bronce

Entonces, nada es igual, alma y Parking

Voces de Ponce, bomberos de bronce, Ponce Ponce

Parque rojo, negro y rojo, colores de Ponce


Luz y Sirena, pare a las once, Parking de Ponce

Entonces, La Guancha en la danza, Salsa y Bomba,

Peces y tragos, danza La Guancha, Virginia en Ponce

Ojos de bronce, chica furtiva, bailemos en Ponce.


Nadie se marcha, danza La Guancha, tragos enteros

Entonces la llama, viejos marineros, nadie se marcha

Nadie se manda, noche de Ponce, luz y bomberos

Entonces, nadie se marcha, en Ponce me quedo.

EL ESCRITOR NOCTURNO

viernes, 3 de abril de 2009

ENTRE LA POESÍA Y LA NARRATIVA

POR VIRGILIO LOPEZ AZUAN


Yo no sé en que libro mi padre leyó estos versos “Ser poeta es ser sutil/ tener alas y vivir en la onda rumorosa/ de una fuente cristalina/ o en la corola divina de una magnolia de abril”. El caso es que siendo yo apenas un niño de diez años (mi padre falleció cuando yo tenía 18 años) mi padre interrumpió su lectura del periódico “El Caribe”, que era uno de los matutinos más importantes de entonces en la República Dominicana, dijo esos versos al momento que yo le preguntaba qué era un poeta.

No puedo describir con certeza si estos versos significaron algo para mi entonces, pero me resultaron muy bonitos y jamás los he olvidado. Traigo este recuerdo porque me he puesto a cavilar sobre la poesía y los poetas.

Hay modelos paradigmáticos para definir a un poeta, dependiendo de la época y el contexto. En la antigüedad un poeta era un ser respetado y hasta venerado. Era un decidor de “verdades” tomadas en cuenta por la sociedad, era un visionario, un ente con cualidades extraordinarias dignas de admiración, en fin era un ser respetado y querido, reconocido como valor epocal. Los ejemplos son múltiples en la cultura griega, egipcia, mesopotámica, oriental, y en otras latitudes. El poeta era como un oráculo. Subvertía la realidad y le sacaba filo a la fantasía. Explicaba el mundo con el lenguaje de la mentira. Porque la mentira si no es hermana, es prima de la poesía ¿No es la poesía una gran mentira multiplicada, clonada, que explora la realidad, se mueve entre la fantasía para destapar una caja de Pandora y poner a volar visiones, con valores universales, que influyen o pasan a formar parte del acervo personal y social?

Claro, lo que acabo de decir es un tanto riesgoso, pretencioso, querer definir poesía, es tan subjetivo que encontraré mucho disenso. Y es exactamente lo que quiero. ¿Cómo definir lo que es la poesía y que llegar felizmente a un acuerdo? Eso nunca, eso jamás. Y qué bueno que sea así. Es en la poesía que encontramos el espacio abierto de expresión, encontramos un abanico de posibilidades para poner a volar la libertad, porque aunque la libertad tiene alas hay que ponerla a volar, a que se desplace, buscando espacios donde pueda realizar sus catarsis, sus mutaciones y construir, renovar, multiplicar los fulgurazos de felicidad.

En un encuentro de poetas realizado por el Taller Cesar Vallejo de la Universidad Autónoma de santo Domingo, UASD, en los años 80s, se discutían temas sobre la importancia de la literatura; se analizaba la obra del poeta Vallejo y otros temas interesantes. Había varías delegaciones representativas de grupos literarios del país, de provincias como Azua, Santiago, La Romana y otros grupos de la capital. El caso es que en receso, a la hora de un brindis, un joven y entusiasta escritor románense, discutiendo sobre poetas y poesías, tomó papel y lápiz, trazó una línea recta y la presentó en medio de una discusión acalorada sobre los conceptos aludidos. Él dijo “Esta raya es un verso, ¿quien me dice a mi que esto no es un verso?” Lógicamente los que estuvimos presentes nos reímos a carcajadas. La mayoría éramos escritores en ciernes, jóvenes con un gran entusiasmo por las letras. En realidad este joven pudo haber tenido varias intenciones: salir con algo jocoso para bajar el tono de la discusión, presentar una visión filosófica de lo que para él significaba el concepto poesía, o decirle a la concurrencia que la discusión sostenida era estéril, vacía. No faltó en el grupo alguien que a este escritor lo llamara loco, desquiciado e ignorante, y otros adjetivos peyorativos. Por mi parte yo me uní a los que se reían de la ocurrencia, pero mucho después comencé a meditar sobre este hecho, comencé a buscar explicaciones y confieso que sudé muchas razones y saqué diversas conclusiones. Una de ella es esta “este joven estaba trazando un paradigma sobre poesía actual, que tenía significaciones en su cosmogonía personal y social, para él el modelo actual del concepto poesía y poeta tendía al vacío, con importancia disminuida, era una línea en blanco que aunque tenga definición en el mundo de las matemáticas, la física o la filosofía, en el espectro poético no significaba nada. Ese modelo que el joven planteaba de verso pudo ser un reflejo sobre el escaso aprecio hacia la poesía y los poetas en este tiempo, pudo inferir con una visión propia que él aún creía en la poesía como un mundo de posibilidades, tan variado y tan diverso “como que cada cabeza es un mundo”. También pudo expresar la realidad del joven escritor desde una visión existencialista, donde la ausencia de políticas culturales no incentivaban el valor creativo de la juventud o también este poeta pudo haber sido impactado por el momento histórico –político- social, en los años 80 llamada luego la década pérdida, se gestaban unos cambios en el mundo bipolar, principalmente en Rusia, donde muchos jóvenes perdieron la esperanza de salidas revolucionarias a los problemas políticos latinoamericanos y locales.

Todo lo que he escrito son inferencias, son cavilaciones, hipótesis sobre ese encuentro de poetas, que me da un espacio para reflexionar sobre el tema.

En mi vida como escritor un hecho que conturbó mis fueros internos y que puso en peligro mi vocación por escribir versos fue la opinión del escritor y amigo William Mejía. En cierta ocasión le presenté un relato escrito por mí y me dijo que escribieran cuentos, que yo tenía madera para hacerlo y hacerlo bien. Pero lo que no me gustó fue la segunda parte de su aseveración: “la narrativa se vende más”. Sentí un aire de mercantilismo en esta expresión. Yo no le quité nunca razones a William Mejía, pero no las compartí, en nuestro contexto el decía la verdad, pero yo me resistía a compartirla, sabía que si seguía su consejo podía matar al poeta, pero por otro lado podía ganarme al narrador y un dinerito. Así fue, publiqué mi primer libro de cuentos en el cual incluida varios premiados en concursos nacionales y regionales y solo vendí cien ejemplares, los otros los regaló la Secretaría de Estado de Educación a estudiantes (Esa entidad patrocinó los costos de impresión). Fui felicitado por muchos buenos amigos del pequeño círculo que tuvo acceso a la lectura de “Llantos de flor en las sombras de sus ojos”. No olvido las palabras alentadoras de Chiqui Vicioso, Ana Silvia Reynoso de Abud, Celsa Albert Batista, Avelino Stanley, Emilia Pereyra, y Luis R. Santos. Se confirmó la teoría de William Mejía de que podía escribir cuentos, pero las ventas fueron desastrosas.

Presten atención a esto, unos días después de la publicación de “Llantos de flor en las sombras de sus Ojos”, llevé diez ejemplares a la Librería La Trinitaria, y doña Virtudes, con su gran simpatía, me los recibió para venderlos a consignación. Tres años después fui a la librería y pregunté por mis libros. Bueno, los buscaron en los tramos y no los encontraron. Yo estaba feliz porque tenía la certeza de que todos se habían vendidos, porque, según yo, había pasado mucho tiempo. Después buscaron en los listados de los libros entregados y no aparecía. Al rato, una mirada furtiva de uno de los dependientes vio los libros en un promontorio juntos con otros, entiendo que eran libros que no vendidos. Los contamos, eran exactamente diez libros, o sea que en tres años, no se vendió ni un solo de ellos, y eso que William Mejía me había dicho que los libros de narrativa se vendían más. Sentí una gran tristeza, pedí que me los devolvieran y cargué con ellos con un tórrido Sol por la zona colonial de Santo Domingo. Tuve que aprender mucho de esta experiencia, pero una vez por poco se muere en mí el poeta y en otra por poco se muere el narrador. Pero al que le pica el pájaro del arte, esa vaina va con uno por encima de todas las cosas del mundo