Por Virgilio López Azuán
Cuando se hace referencia a la República Dominicana en términos
geográficos con respeto de Haití, lo común es que se diga “Media isla”, como si
se pudiera concebir el concepto de la mitad de una isla. A juzgar por su
definición la palabra isla es “una porción de
tierra rodeada de agua por todas partes”. Entonces, por “todas” las partes debe
haber agua, y eso no pasa en el caso de la República Dominicana.
Recuerdo muy bien una adivinanza vieja, pero buena. Si un
hombre hace un hoyo en un día, ¿cuántos hoyos hará en cinco días y medio?
Bueno, contestarán de prisa algunos, y esa es la trampa: “Hace cinco hoyos y
medio”. El interlocutor les dirá: “Totalmente falso, pues no existe medio hoyo,
son seis hoyos, esa es la respuesta correcta, porque nadie hace hoyo”.
Entonces, no existe tal concepto de media isla, como no
existe medio hoyo. Pero… ¿cuál podría ser el origen de esa frase? Si indagamos,
no existe un documento oficial donde diga que la República Dominicana o Haití
sean media isla, indistintamente. Quizá podamos encontrar expresiones como
esta: “La República Dominicana está colocada en la parte oriental de la isla de
Santo Domingo”.
¿Cuáles hechos o fenómenos se pueden describir que
apunten a la certeza de que ambas repúblicas, en cada caso, sean llamadas media
isla? ¿Dónde tiene su raíz cultural?
Ya dijimos que aplicado al territorio, no está correcto decir media
isla. Es una metáfora. ¿La idea fue generar una diferenciación entre los
pueblos de la República Dominicana y Haití? ¿Sobre cuáles bases ideológicas e
intereses cimentaron esa idea? O ¿El concepto de media isla surgió de manera
espontánea de las voces del pueblo, generado por la línea divisoria de la
frontera, que los dibujantes le hicieron el mapa para delimitar ambos países?
En voces autorizadas académicamente y del pueblo dominicano, la palabra
isla no es de uso frecuente en el vocabulario común. Somos “media isla” y ya. “Ustedes
allá (refiriéndose a Haití), y nosotros acá”. Aquí hago un alto. La frase: “Ustedes
allá y nosotros acá”, envuelve una gama de significados culturales,
patrióticos, discriminatorios, excluyentes; de odio, apego, desapego,
intereses… Todo por las raíces históricas, económicas, políticas, lingüísticas,
culturales y sociales de ambos pueblos.
En el imaginario del sureño dominicano gravita la idea de que los
haitianos dicen que “desde las montañas del Número en Azua, para atrás, ese
territorio de ellos”. Por varias décadas, desde mi estancia en estudios
primarios lo escucho. Y también escucho al azuano decir: “Si del Número para
allá es de ellos, que vengan a cogerlo (refiriéndose al territorio) porque les
haremos lo mismo que en la Batalla del 19 de Marzo del 1844, que les ganamos”.
Indudablemente, que el caso de la división de la isla de Santo Domingo, no es el único. Hay muchas islas que son compartidas por dos países. Como por ejemplo el de la isla Dall, “la 28ª isla más grande de Norteamérica que está situada en el archipiélago Alexander, en la costa suroeste de Alaska. La comparten los Estados Unidos y Canadá, siendo la única isla marítima dividida entre ambos países”. Otro caso es el siguiente: “la isla de Irlanda está políticamente dividida entre el Reino Unido (Irlanda del Norte) y la República de Irlanda”.
Cuando estudiamos a República Dominicana como país, tenemos que inferir
en que es “insular”, de isla, no “media isla”. Repito, como país, la República
Dominica es insular, como lo es Haití, Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados,
Cuba, Dominica, Granada, entre otros.
¿Cómo piensan los habitantes de la República
Dominicana? ¿Cómo universales, insulares, o medio insulares? ¡Caramba! Ahora se
complica la cosa. Todos sabemos que existen categorías para describir los tipos
de pensamientos. Pero… ¿Cuáles serían las categorías para definir el
pensamiento medio insular, si este pensamiento existiera? Esta sería una tarea
para sociólogos, filósofos, culturologos, lingüísticos, etnólogos y quizá
neurocientíficos.
¿A quién beneficia el concepto de media isla?
Quizá algunos pensarán que refuerza la identidad del dominicano frente al
haitiano, y en pro de ese reforzamiento el pensamiento cultural es ampliamente
manipulado por sectores ultranacionalistas y conservadores. Podríamos estar en
una situación de defensa de identidades con propósitos políticos, por intereses
diversos o puramente por apego a preceptos ideológicos ya superados. Quizá esto,
también tenga que ver con la fragilidad cultural en la definición de la
identidad del pueblo dominicano. No hay que ser erudito para concluir que a los
dominicanos se nos están yendo de nuestro acervo muchos elementos identitarios;
en nuestros patrones de comportamientos, en nuestra música, en nuestras modas,
en nuestro urbanismo, y sobre todo, en la manera de vivir juntos.
Alguien dirá, es que los tiempos van
cambiando, es la influencia de las tecnologías en el avance de la humanidad,
los cuales generan esos comportamientos. ¡Claro! Pero los cambios suelen tener
su plataforma identitaria, y su aporte a la humanidad, es parte de la variedad
en el mundo diverso. La mayoría de los estudios apuntan a que el pueblo
haitiano es más apegado a sus raíces y su cultura. Algunos argumentan que eso
mismo es lo que los tiene sumido en el atraso, en una situación de
inviabilidad. Sí, el estado haitiano puede ser inviable, pero el pueblo no. El
pueblo es la víctima que solo por sus apegos culturales ha podido sobrevivir a
corruptos, a dictadores, a hambres, a terremotos, sin un desborde migratorios de
magnitudes escalares a la otra “media isla”.
Me parece que la metáfora “Media isla”, se
entroniza en el pensamiento colectivo y genera imaginarios de segregación más
allá del mismo concepto de insularidad. Como no soy concluyente, ni puedo serlo
en estos rozamientos, apelo a que los entendidos hagan sus aportes. Dije, los entendidos.
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