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sábado, 13 de enero de 2018

A un poema de Fernando Fernández Duval

FERNANDO FERNÁNDEZ DUVAL

Por Virgilio López Azuán

La poesía de Fernando Fernández nos invita a una reflexión sobre la libertad del Ser y la vida, donde precisamente la “vida es una moraleja”, y te brinda a cada momento enseñanzas nuevas y nos pone en situación de cuestionamiento y de cambios. Las miradas que les damos al Ser, a Dios, los dioses, y las cosas, se forjan sobre nuestras plataformas culturales, históricas, tradiciones y  paradigmas propios de humanos. También, en las formas de vida, los climas, el poder, y sobre todo, en la manera de vivir juntos.
Por momento todos escapamos, de Dios, de las cosas, y hasta de nosotros mismo. A todos nos pasa como dice Fernando: “…y vivo solo en mi pagoda /como animal /errante entre los montes”. A veces uno se siente así. En ese estado de adoratorio, sin rastro de cultura, errante, primate; huyendo de todos los paradigmas, de todo lo que nos han enseñado, bueno o malo. Entonces sucede que suele ser la única forma en nos encontramos para dejar de ser ese “titiritero” que nos formaron.

Sin embargo, ese auto contemplación puede que nos conduzca a verdades y paroxismos, puede que nos calme o nos arrebate. Porque ¿qué somos cuando nos auto contemplamos? ¿Cuáles serán los miedos nuevos que nos asaltarán si no estamos preparados para ver el rostro del Ser?
Se sabe que escapándonos nos reencontramos a nosotros mismos, no hay otra manera. Y eso es lo que refleja el poema, un escape para un encuentro... Previo viene la sensación de libertad como aquella con que se movían los primates, luego viene el resurgimiento espiritual.
Pero es difícil olvidar, desarraigar lo transitado, hay que hacer una transmutación ígnea, para superar los “infiernos” insuflados.
La poesía es como una avenida para las catarsis, para las curas, y eso poca gente lo verifica y lo valora. La poesía, precisamente a “un estado poético” que  facilita esa transmutación, esa alquimia del Ser, aunque usted lo no crea.
El poeta Fernández dice en su poema: “Estoy sentado/ aquí con mi conciencia /y mi propio/ creador /que yo he creado”, y no es para menos, se ha convertido en auto taumaturgo, impulsado por esa gran capacidad de abstracción de los mundos transitados, por ese sondeo reflexivo de las relaciones Ser-Dios-cultura- imposición- miedo- rebeldía –libertad, en ese mismo orden.
Puede que afloren cuestionamientos al dios o dioses inculcados e históricos. Pero hay una búsqueda de explicaciones, porque en esa silla ontológica donde se verifica la contemplación está sentado el Ser-poeta, que lo cuestiona todo, que huye de todo, para encontrarse con todo, principalmente para despojarse de la opresión, de los desmanes del poder sin importar cuales fueran sus procedencias.
No subyace en el poema la expresión de un poeta frente al vacío, frente a la catedral de la existencia con una marca pesimista y de derrota. Quizá lo más importante como bien ha dicho, “huye a su dios misericordioso”, (el cual él ha forjado) despojado de los imaginarios humanos. Huye en pro de su búsqueda de su encuentro no solo con la esencia, sino con los misterios de la esencia.
No es que el autor se aparte de la explicación de la sociedad por los métodos de ciencias clásicos, por ejemplo de las teorías del materialismo histórico, ni que estemos ante un arrepentido de sus miradas a la sociedad; mucho menos que presenciemos una metamorfosis de carácter espiritual ente las ansias de búsquedas con afán de eternidades. No, es que el desdoblamiento a los planos estéticos lo colocan ante un tema que no soporta una simple explicación con métodos religiosos o metafísicos. Es que ese desdoblamiento es parte de un tránsito personal diferente de ver la vida, de explicar la vida, sobre uno de los pilares que soportan la cultura humana, la fe, desde la estética y planos figurados.
En fin, hay un profundo cuestionamiento al dios furioso y opresor “que desata ventarrones en su cabeza”, en la cabeza del autor, pero dicho, no desde el un púlpito, un discurso público, una radio emisora; lo hace sentado en la silla estética de su conciencia.
Ahora bien, para ser estética esa conciencia primero hay que transmutarla, pasarla por la fragua de Vulcano, despojarla de todos los mitos, de todas las culturas y dogmas habidos y pensados. Eso es, y eso es lo que pretende hacer el autor, reflexiona y cuestiona la cultura religiosa y sus métodos; cuestiona el poder divino y mesianismo, para abrir los caminos de su encuentro con la “razón pura del Ser”,  quiere huir de su dios “misericordioso”, que según los estados de conciencia, puede no ser deseado.
NOTA: (Esta es una mirada, solo una mirada a un poema  que no pretende ser una explicación holística del poeta y mucho menos del autor) 

HUYÉNDOLE A MI DIOS MISERICORDIOSO

Hoy es domingo
Un día muy especial
Camino las calles 
y soy el mundo 
en el que cabalgo solo
La tristeza me invade 
como agua que penetra 
debajo de las puertas
Me acorrala
Me subsume
Y esta moraleja que es la vida 
se sube indemne 
en la grupa de mi potro
Cuenta mis días de un cierto calendario 
Pasa revistas a mis noches
desveladas en los cafe inmundos
Y en este descampado absurdo 
donde he encontrado refugio 
la vida está al revés 
Somos los que somos 
o no somos 
Sirios y troyanos 
se juntan e inician la guerra
Todos han muerto 
en el combate cuerpo a cuerpo
Menos yo
O todos viven menos yo
O todos somos una figura vaga 
y solitaria en estas 
calles apretujadas de viandantes 
y autobuses y muchachas bonitas
Una simple ilusión del potro 
que rompe sus bridas 
echa a andar veloz con mi tristeza 
que ahora se expande 
y se roba todos los espacios 
de mi casa 
hasta ahogarme
Estoy sentado 
aquí con mi conciencia 
y mi propio creador 
que yo he creado
Me pide genuflexión 
y sometimiento 
a cambio de perdón
-Tú eres mi esclavo 
categoricamente me dice 
mirándome a los ojos
-como yo te he creado 
me debes obediencia
-Nadie más es tu señor 
sentencia iracundo 
este señor esclavista con fuego entre las manos
Con su barba milenaria 
y su cabello hirsuto 
desata ventarrones en su cabeza 
Intenta hundir mi barca por los mares 
y quemar mi casa de madera 
en la pradera

Yo he pensado 
que este señor no puede amarme
pues soy parte de su juego 
y el es mi titiritero 
que me mueve por donde quiera
Por suerte 
que hoy yo me le he escapado del libro de la vida 
y vivo solo en mi pagoda 
como animal 
errante entre los montes
huyéndole a los misericordiosos
a los que buscan ser salvados
por su poderoso dios 
que los somete.

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