FERNANDO FERNÁNDEZ DUVAL
Por Virgilio López Azuán
La poesía de Fernando Fernández nos invita a una reflexión sobre
la libertad del Ser y la vida, donde precisamente la “vida es una moraleja”, y
te brinda a cada momento enseñanzas nuevas y nos pone en situación de
cuestionamiento y de cambios. Las miradas que les damos al Ser, a Dios, los
dioses, y las cosas, se forjan sobre nuestras plataformas culturales, históricas,
tradiciones y paradigmas propios de
humanos. También, en las formas de vida, los climas, el poder, y sobre todo, en
la manera de vivir juntos.
Por momento todos escapamos, de Dios,
de las cosas, y hasta de nosotros mismo. A todos nos pasa como dice Fernando: “…y vivo solo en mi pagoda /como
animal /errante entre los montes”. A veces uno se siente así. En ese estado de
adoratorio, sin rastro de cultura, errante, primate; huyendo de todos los
paradigmas, de todo lo que nos han enseñado, bueno o malo. Entonces sucede que
suele ser la única forma en nos encontramos para dejar de ser ese “titiritero”
que nos formaron.
Sin
embargo, ese auto contemplación puede que nos conduzca a verdades y paroxismos,
puede que nos calme o nos arrebate. Porque ¿qué somos cuando nos auto
contemplamos? ¿Cuáles serán los miedos nuevos que nos asaltarán si no estamos
preparados para ver el rostro del Ser?
Se
sabe que escapándonos nos reencontramos a nosotros mismos, no hay otra manera.
Y eso es lo que refleja el poema, un escape para un encuentro... Previo viene
la sensación de libertad como aquella con que se movían los primates, luego
viene el resurgimiento espiritual.
Pero
es difícil olvidar, desarraigar lo transitado, hay que hacer una transmutación ígnea,
para superar los “infiernos” insuflados.
La
poesía es como una avenida para las catarsis, para las curas, y eso poca gente
lo verifica y lo valora. La poesía, precisamente a “un estado poético” que facilita esa transmutación, esa alquimia del Ser,
aunque usted lo no crea.
El
poeta Fernández dice en su poema: “Estoy sentado/ aquí con mi conciencia
/y mi propio/ creador /que yo he creado”, y no es para menos, se ha convertido
en auto taumaturgo, impulsado por esa gran capacidad de abstracción de los
mundos transitados, por ese sondeo reflexivo de las relaciones
Ser-Dios-cultura- imposición- miedo- rebeldía –libertad, en ese mismo orden.
Puede que afloren cuestionamientos al
dios o dioses inculcados e históricos. Pero hay una búsqueda de explicaciones,
porque en esa silla ontológica donde se verifica la contemplación está sentado
el Ser-poeta, que lo cuestiona todo, que huye de todo, para encontrarse con
todo, principalmente para despojarse de la opresión, de los desmanes del poder
sin importar cuales fueran sus procedencias.
No subyace en el poema la expresión de
un poeta frente al vacío, frente a la catedral de la existencia con una marca
pesimista y de derrota. Quizá lo más importante como bien ha dicho, “huye a su
dios misericordioso”, (el cual él ha forjado) despojado de los imaginarios
humanos. Huye en pro de su búsqueda de su encuentro no solo con la esencia,
sino con los misterios de la esencia.
No es que el autor se aparte de la explicación
de la sociedad por los métodos de ciencias clásicos, por ejemplo de las teorías
del materialismo histórico, ni que estemos ante un arrepentido de sus miradas a
la sociedad; mucho menos que presenciemos una metamorfosis de carácter espiritual
ente las ansias de búsquedas con afán de eternidades. No, es que el
desdoblamiento a los planos estéticos lo colocan ante un tema que no soporta
una simple explicación con métodos religiosos o metafísicos. Es que ese desdoblamiento
es parte de un tránsito personal diferente de ver la vida, de explicar la vida,
sobre uno de los pilares que soportan la cultura humana, la fe, desde la
estética y planos figurados.
En fin, hay un profundo
cuestionamiento al dios furioso y opresor “que desata ventarrones en su cabeza”,
en la cabeza del autor, pero dicho, no desde el un púlpito, un discurso
público, una radio emisora; lo hace sentado en la silla estética de su
conciencia.
Ahora bien, para ser estética esa
conciencia primero hay que transmutarla, pasarla por la fragua de Vulcano,
despojarla de todos los mitos, de todas las culturas y dogmas habidos y
pensados. Eso es, y eso es lo que pretende hacer el autor, reflexiona y
cuestiona la cultura religiosa y sus métodos; cuestiona el poder divino y mesianismo,
para abrir los caminos de su encuentro con la “razón pura del Ser”, quiere huir de su dios “misericordioso”, que
según los estados de conciencia, puede no ser deseado.
NOTA: (Esta es una mirada, solo una
mirada a un poema que no pretende ser
una explicación holística del poeta y mucho menos del autor)
HUYÉNDOLE
A MI DIOS MISERICORDIOSO
Hoy es domingo
Un día muy especial
Camino las calles
y soy el mundo
en el que cabalgo solo
La tristeza me invade
como agua que penetra
debajo de las puertas
Me acorrala
Me subsume
Y esta moraleja que es la vida
se sube indemne
en la grupa de mi potro
Cuenta mis días de un cierto calendario
Pasa revistas a mis noches
desveladas en los cafe inmundos
Y en este descampado absurdo
donde he encontrado refugio
la vida está al revés
Somos los que somos
o no somos
Sirios y troyanos
se juntan e inician la guerra
Todos han muerto
en el combate cuerpo a cuerpo
Menos yo
O todos viven menos yo
O todos somos una figura vaga
y solitaria en estas
calles apretujadas de viandantes
y autobuses y muchachas bonitas
Una simple ilusión del potro
que rompe sus bridas
echa a andar veloz con mi tristeza
que ahora se expande
y se roba todos los espacios
de mi casa
hasta ahogarme
Estoy sentado
aquí con mi conciencia
y mi propio creador
que yo he creado
Me pide genuflexión
y sometimiento
a cambio de perdón
-Tú eres mi esclavo
categoricamente
me dice
mirándome a los ojos
-como yo te he creado
me debes obediencia
-Nadie más es tu señor
sentencia iracundo
este señor esclavista con fuego entre las manos
Con su barba milenaria
y su cabello hirsuto
desata ventarrones en su cabeza
Intenta hundir mi barca por los mares
y quemar mi casa de madera
en la
pradera
Yo he
pensado
que este señor
no puede amarme
pues soy
parte de su juego
y el es mi
titiritero
que me
mueve por donde quiera
Por suerte
que hoy yo
me le he escapado del libro de la vida
y vivo
solo en mi pagoda
como
animal
errante
entre los montes
huyéndole
a los misericordiosos
a los que
buscan ser salvados
por su
poderoso dios
que los
somete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario