Esta tarja con mi rostro y unos versos aparece en una calle principal de
Azua. Ya otra calle en la Plaza de la Cultura lleva mi nombre, homenaje
recibido por la Feria Internacional del libro. De entrada, a un poeta
vivo, como es mi caso, que se le rinda estos reconocimientos lo ponen
bajo PRESIÓN. Eso lo he sentido. Ahora tengo que hilar más fino, no
salirme del carril, para no hacer quedar mal a esas personas que me han
reconocido. ¡Aviso a todos, que espero decepcionarlos! Ja ja ja, por el
bien del poeta. Un poeta no puede vivir en un carril, y menos yo. Cuando
me distinguieron como Hijo Meritísimo de Azua, por la Alcaldía, no sólo
no fui a buscar la Resolución, sino que duré varios días sin pasar por
la calle de la Alcaldia. Contrario a lo que piensan muchos. ¡Ustedes no
saben la presión que es esa! Trataré de superar ese sentimiento. Sin
embargo, quiero contar que el Ing. Melo, de los propietarios de la casa
donde pusieron la tarja me dijo: " Me pidieron permiso para poner una
tarja de una persona y le pregunté de quién era, y me dijeron de
Virgilio López Azuán, y yo le dije, si es un homenaje a Virgilio, tienen
el permiso, nosotros nos sentimos honrados". No les niego que cuando el
Ing. Melo me dijo eso, me emocioné. No tenía la menor idea de tanto
aprecio. ¿Ustedes saben lo riesgoso de poner en una casa, en este caso
un negocio, la figura de una persona viva, extraña a la familia? Ese
gesto de los Melo es más grande que el homenaje de la tarja. A ellos
gracias. Melo me contó también que una mujer deconocida al ver la tarja,
rompió en llantos y tuvo que consolarla: " Yo no sabía que Virgilio
había muerto, un hombre bueno, y una ni lo sabe". El Ing. Melo le
explicó que yo estaba vivo, que era un homenaje, y la doña respiró
aliviada. Bueno, de todas formas, a uno le pasan cosas que no puede
evitarlas, estas experiencias me dicen que debo seguir aprendiendo. Ah,
por favor, les agradezco los reconocimientos, al ministerio de cultura y
la alcaldía, pero que nadie se haga "cocote", después de escribir estas
palabras, como poeta, ya ando en otro carril. ¡Encuentrenme!
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