Por Virgilio López Azuán
Todo es mundo, o en todo hay un mundo o muchos mundos: En
pájaro que canta en la copa del árbol, en el pez que nada, en el perro que
ladra, en una piedra olvidada en el camino… Y esos mundos “hablan”, son
expresivos, tienen sus lenguajes, pero el individuo humano todavía no ha
explorado las dimensiones de esos mundos. No tiene los sentidos físicos ni
espirituales desarrollados para eso, salvo raras excepciones, que han logrado
desentrañar misterios mayores de la naturaleza, aunque siempre de manera
limitada y hermética.
En estas dos primeras décadas del siglo XXI existe la
tendencia al pensamiento light, o pensamiento ligero, a esquivar los lenguajes
profundos y a vivir como en una pompa de jabón. Los lenguajes suelen ser hoy más
diversos y son puestos al servicio de la mayoría encubiertos en los productos
de las tecnologías, “muchos saben lo que hacen las tecnologías, pocos saben cómo
lo hacen”. Y en cierta forma lo que más les interesa a todos son los productos
que ofrecen las tecnologías.
El lenguaje del mundo es esencialmente tecnológico, todos
los modelos de pensamiento a esta fecha han sufrido una contracción, han
perdido el sentido de la ética y el compromiso; han perdido identidad y su
plataforma moral, o mejor dicho, se están creando otros códigos morales, otras
éticas y otros compromisos. En ciertos
sectores de poder la moral desapareció en el siglo XX, ahora se está en una
etapa de transición a otro modelo ético-moral. Se está creando el lenguaje
distintivo de ese modelo, con la amenaza de que tendrá que soportar la
versatilidad del tiempo, la variabilidad de las posiciones morales en
decadencia y la virtualidad vs. la realidad. Hoy más que nunca “cada cabeza es
un mundo” o mejor dicho “cada cabeza es muchos mundos”. Una célula tiene un
valor pluscuamperfecto, cada célula es más que un mundo y mucho más si estas se
utilizan como células madres.
En cada mano hay un mundo o muchos mundos; en cada
mirada, en cada aliento de vida los mundos están multiplicados, están
pletóricos de conocimientos, lenguajes, pensamientos y valores para la ciencia,
la magia y las artes.
Nunca como hoy, que se están descorriendo grandes
cortinas oscuras de ignorancia y sojuzgamiento, se ponen de relieve los mundos
y los pensamientos del individuo humano. Las redes sociales por medio del Internet
con su explosión de actividades virtuales han multiplicado diferentes maneras
de comunicación, han democratizado la información, volviéndola instantánea; han
construido otros lenguajes que en poco tiempo han impactado en la relación de
los individuos a escala planetaria. Se dicen tantas cosas al mismo tiempo que
los secretos, los misterios, los archivos clasificados, los mitos, los tabúes y
cualquier simple información son develados en un santiamén. Con estas redes ya
lo oculto ha perdido su sentido.
El llamado mundo real
en las primeras décadas del siglo XXI no puede dar crédito a que el
“mundo virtual” se le ha robado principalía entre los seres humanos. Ha
despertado ese gigante frío como una complementariedad, como una amenaza, como
una oportunidad de escrutar “otras realidades”. Su desarrollo si bien
fortalece, también debilita. Si bien amplia el sentido de libertad, también
amplia el sentido de dominación. El lenguaje de los mundos reales y mundo
virtuales, enfrenta una falta de identidad filosófica, antagonizan y se
complementan. El lenguaje del mundo real que conocemos está basado en lo natural y se enfrenta con el
lenguaje del mundo virtual. Puede parecer que el mundo natural pierde la
batalla ante los artificios. Pero nunca será así, los hologramas no tendrán
sentido sin que sea justificado por
algún “individuo del mundo natural”. ¿Y por qué ha ganado terreno el
mundo virtual ante lo real conocido? Porque el individuo humano en su
conformación genética en su antropología siempre ha tenido ansias de evasión o
sentido de mudanza. Las palabras dichas por Jesucristo “mi reino no es de este
mundo” soporta muchísimas explicaciones que entran en un terreno complejo del
campo místico, mítico, teológico, cósmico, metafísico, entre otros. Pero no se
debiera excluir que se refiriera a un mundo virtual.
Existen lenguajes que unen al mundo virtual y al mundo
real conocido, por ejemplo el de las matemáticas, la física y las artes. Son
capaces de interconectarse, explicarse e identificarse. Ese mundo virtual
podría suponerse como espiritual, pero no lo es, el mundo virtual es menos
espiritual que el mundo real conocido. Existe además el mundo mental, que está
plagado de mundos en constantes batallas, afirmaciones y negaciones que les
fueron inyectadas por el conocimiento. Las batallas de los mundos, son batallas
del lenguaje, son batallas del conocimiento.
Los mundos emocionales son los más versátiles: dulces y
explosivos, amorosos y agresivos. Forman parte del complejo de los mundos
mentales como si fueran submundos, invaden los pensamientos de donde provienen
muchas veces, establecen grandes batallas y dan estocadas de muerte a las
razones. Los llamados mundos mentales que incluyen los emocionales aprenden los
secretos de la violencia y la paz, del odio y del amor y de todos los pares
opuestos que le inocula el conocimiento. Con el tiempo son capaces de crear sus
nichos, sus guaridas, sus cavidades y/o disposiciones cerebrales donde habitan
y formar parte de la memoria genética del individuo humano.
Lo más parecido a los mundos virtuales es el mundo
astral, que puede ser un tipo de mundo virtual, pero visto desde la metafísica
y que es negada por tantos. Los mundos virtuales pueden ser explicados desde la
física cuántica. En el siglo XXI la física cuántica conduce a que algunos
declaren la muerte a la metafísica, olvidando que ambas forman parte de una red
de conceptos que pueden ser complementarios.
La complejidad del lenguaje nos revela apasionantes
mundos, los lenguajes del mundo. Funciona como una bola mágica reveladora, lo
que limita sería la capacidad de interpretación de los individuos humanos. Se
desprenden interpretaciones a apuntan a todos los sentidos, desde el más simple
al más complejos, desde el más irrelevante al más sustancial, desde creíble al
menos creíble, desde el más real al más imposible. Y eso es lo que le da
sentido a la vida, esa es la torre de babel del lenguaje, esas son las lenguas
extrañas.
Todo lenguaje apunta a interpretaciones infinitas, solo que
las sociedades crean el canon, los modelos, las verdades aceptadas, y se
establecen los vínculos entre los individuos. Existe entonces el momento de la
aceptación, de la organización del lenguaje como contrato social.
El pensamiento se gesta en la mente, cada individuo tiene
su mente, cada célula tiene su propia mente, lo que pasa es que las capacidades
en unos son más desarrolladas que en otros, y cada uno tiene la capacidad de
producir su propio lenguaje.
El pensamiento fluye por medio de canales de espacios intramentales, y si toma el canal de
poesía produce un lenguaje poético, si toma el canal de música produce un
lenguaje musical. Si lo hace por el canal matemático, domina el cálculo; si lo
hace por el canal del amor, domina el amor.
Así, la violencia, la ira, la codicia, la tolerancia, la humildad, la
solidaridad y todos los valores, todas las tendencias y todo lo que el
individuo humano pueda sentir o crear.
Es indudable que donde tenemos más mundos concentrados es
en el cerebro, luego en los órganos sexuales y después en las manos. Pero como
ya se ha expresado en todo el universo natural existen los mundos, hasta llegar
a los mundos atómicos y subatómicos que semejan al mismo tiempo un modelo
planetario. Pensamiento y lenguaje, partes principales del cuerpo de la
conciencia de los mundos de humanos.
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