Arrebatos
Todo tiempo se estira
hasta la orilla
se envuelve en la furia de
la carne
para volverse a estirar
bajo el crujido
bajo el telar de las horas
transcurridas.
Todo tiempo se ahueca para
poseernos
en su vientre y su vacío
de vegetales
engullido en un vórtice
olvidado
proyectado en los sueños
del reloj.
Todo tiempo es una onda
perforada
por las palabras y los
recuerdos,
imago de la sustancia
hecha reflejos
máscara que retoza entre
los dedos.
Quizá ya no lo entiendas,
ni yo tampoco
que entre tantos estirones
ya nada quede
solo el humo de maderos
abrasados
una tormenta de elementos
que levanta
aquellos secos protones de
la infancia.
Quizá ya no entiendas, de
la vida el maderamen
ni yo tampoco, aquellos
arrebatos blandos
porque el tiempo es una
onda perforada
con las huellas de los dedos colocadas
en la blanca noche que en
esta orilla se refugia.
Todo tiempo nos posee y
somos seres engullidos
seres regresados en un
viaje de átomos amantes
en rastro crepuscular
de los caminos.
Y entonces, en aquellas constelaciones blancas
seremos éxtasis, del beso estremecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario