Pareciera que te has vuelto círculo en
el agua o una pizca de ola. Pareciera que te has salido como trébol de la
baraja, o que alzando las banderas, moraras repleto de tardes amarillas.
Y todo el destello encerrado en la
tierra, en la corteza humana de un silbido, tocará las puertas perdidas. Y toda
la carga de livianas pompas de soledades cambiará la cara y la alegría. ¿Quién
dijera que uno se va a sí, dejando atrás los caminos, dejando atrás el vocerío
social que tanto amamos? Y si volvieras por la sabia, por los xilemas o el
floema de la vida vegetal. Y si te fueras por la raíz a buscar el agua y los
minerales. Entonces, sería mejor dejarse ir al centro con ese viaje tocando
manos. Sería mejor que te quedarás chistando los ángeles despedidos, verdes
clorofilas. Y si te vas por las flores a saludar pistilos, a fecundar las
abejas con tanto polen amarillo. Y si te canta la corteza con sus anillos
pardos llenos de tantos años. Y si en las estomas respiras otras vidas… Entonces,
ha valido la pena… Y si se levanta la
alborada reclamándote, entonces, ha valido la pena… Y si es para pelear las
guerras del pobre… Entonces valdría la pena. Y si miras al cielo para buscar
tus puntos cardinales, y si la Osa Mayor te guía a la sabia molecular del
instinto… Entonces, valdría la pena…
Por eso y todo lo demás, pediré a tantas
noches de estrellas, que los cometas
lleven tu osamenta, que el blanco iluminado de tus horas te reintegre
sideral. Pediré a las nubes y los cielos que entre rosas te eleven, que la luz
sea vientre y cambie sepultura. Pediré que las manos llenas de lluvia te mojen
la sed y en tus ojos culminados que el bosque lance su floreo de pájaros
dorados.
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