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martes, 24 de enero de 2012

REQUIEM POR MISAEL BIENVENIDO JIMENEZ



                                                                               MISAEL  BIENVENIDO  JIMENEZ

  
Pareciera que te has vuelto círculo en el agua o una pizca de ola. Pareciera que te has salido como trébol de la baraja, o que alzando las banderas, moraras repleto de tardes amarillas.
Y todo el destello encerrado en la tierra, en la corteza humana de un silbido, tocará las puertas perdidas. Y toda la carga de livianas pompas de soledades cambiará la cara y la alegría. ¿Quién dijera que uno se va a sí, dejando atrás los caminos, dejando atrás el vocerío social que tanto amamos? Y si volvieras por la sabia, por los xilemas o el floema de la vida vegetal. Y si te fueras por la raíz a buscar el agua y los minerales. Entonces, sería mejor dejarse ir al centro con ese viaje tocando manos. Sería mejor que te quedarás chistando los ángeles despedidos, verdes clorofilas. Y si te vas por las flores a saludar pistilos, a fecundar las abejas con tanto polen amarillo. Y si te canta la corteza con sus anillos pardos llenos de tantos años. Y si en las estomas respiras otras vidas… Entonces, ha valido la pena… Y si  se levanta la alborada reclamándote, entonces, ha valido la pena… Y si es para pelear las guerras del pobre… Entonces valdría la pena. Y si miras al cielo para buscar tus puntos cardinales, y si la Osa Mayor te guía a la sabia molecular del instinto… Entonces, valdría la pena…
Por eso y todo lo demás, pediré a tantas noches de estrellas, que los cometas  lleven tu osamenta, que el blanco iluminado de tus horas te reintegre sideral. Pediré a las nubes y los cielos que entre rosas te eleven, que la luz sea vientre y cambie sepultura. Pediré que las manos llenas de lluvia te mojen la sed y en tus ojos culminados que el bosque lance su floreo de pájaros dorados. 

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