POESÍA DEL EFLUVISMO
AUTOR VIRGILIO LOPEZ AZUAN
Sigo siendo huella de corazones desatados, sacudido en tu borde, tu cuerpo menudo que deshace precipicios, que arriba lo oscuro, oscuro arriba resplandeces, que abajo resplandecido en tu cuerpo la luna se mece. Y yo roto en los espacios me congrego, en un fractal de siluetas, en tazas negras de cafés nocturnos. Sigo siendo sonrisa que deshace sus calaveras, y traza las curvas del alba cuando te ríes. Sigo siendo el hombre que ve los astros en tus ojos, el destello de unicornios y pececitos. Y en tu llanto de hambres florecidas soy niño arrepentido de estos puños dormidos en las mañanas. Arrepentido de tantas ausencias, en la casa, en la voz de las paredes de pinturas y baraños. Sigo al borde prometiendo los regresos, por la misma puerta sin recuerdo, por la misma sombra cambiada por un verso, por las cascadas negras de su pelo soñado. Y sigo siendo como tú, sueño de cuna, espalda fría, última meada del estío.
Sigo siendo polvo breve, rociado en tu llanto que forma nubes en su estallido de lluvias. Y me salvo en tus puños cerrados, y tus simples patadas de hambres. Y me confieso perdido, a oscuras, a otro lado de los ojos, en los amores cobardes, en recuerdos innombrables de gaviotas, sin alas y sin mar. Y tú, sigues allí, y te figuro hombre, llorando su sueño. Y yo sigo aquí con esta brevedad que no me deja, con este golpe de pecho por ti, como si el corazón hirviera, y estalla a borbotones, la ansiedad de ser hombre.
Y tú estás allí, a la orilla de la cuna, con esa figura te ves en este hombre secando mis gotas. Y yo estoy aquí al borde de la cuna, como un mapa de delirios, cubierto de infinitos raros de esta vida breve, del polvo breve.
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