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domingo, 7 de marzo de 2010

HERIDAS


Heridas
A Miguel Hernández, Poeta Español, en el centenario de su nacimiento.
(30 de 0ctubre 1910 – 30 de octubre 2010)




MIGUEL HERNÁNDEZ, POEA ESPAÑOL
1910-2010




   VIRGILIO LOPEZ AZUAN EN UNA EMISORA EN PUERTO RICO            



Heridas que todos los días nos llueven, a cántaros por segundo, heridas que mueren con besos nocturnos. Heridas que se esconden en toques y cantos, en la risa y el llanto, en  el verde claro y en los campos. Heridas que filtran la sangre  y la llenan olivas, y se cuelgan nostalgias como prendas divinas. Heridas inolvidables, cicatrices púrpuras en los murales del alma. Heridos estamos todos y nos duelen los sentidos en esta orilla. Heridas de rosas decapitadas, sin los sermones y los padrenuestros. Heridas leves y profundas. Heridas que salen disparadas en las líneas de la carne, heridas que son nuestras y nada más, sirviéndose fieras atormentadas. Heridas escapadas, que nos tocan y rasgan guitarras en puertas calladas. Heridas, tantas heridas locas de muertes, sin voces pero con ecos, sin estrellas pero con noches yertas. Heridas que trepan y cuelgan de las campanas, de la arista del cielo, de la leche y de la nada. Heridas enteras, sin restas ni quebrados, sin divisiones y sin casa, que a la vuelta de las manos nos descubren las espaldas. Heridas sin cama y sin almohadas, sin los insomnios quemados en las pijamas. Heridas impiadosas, termitas y pirañas, que duelen duelen cuando sus dedos clavan. Heridas sin oro, sin canciones de guitarra, que atrapan los huesos y nos muerden como caña. Heridas que hieren los dedos y los sentidos, los senos y los hilos, el amor de esas muchachas. Heridas que corren, sangre abajo, mordiéndole alegrías a las manzanas. Heridas de fuegos de estos barrios, de estos altares, de estos instantes que amargan. Heridas oscuras, blancas heridas que vuelven y matan encima de las camas, debajo de las mesas, que halan las bufandas. Heridas en las primaveras, en el torrente de hiel, en todos los inviernos. Heridas en las boca, en las calles y en los infiernos. Heridas calladas, reveladas violetas con mudez de piedras, con cartas en las manos para aguarnos las fiestas.

II

Heridas enteras y partidas, esqueletos vivientes del dolor herido. Heridas tristes con llantos de cebollas,  con las lenguas hambrientas lamiendo carne. Heridas del cuerpo, en lágrimas hondas de un abril sin flores. Nadie se escapa, son metales clavados en el iris, en el paisaje eterno de la risa. De ellas nadie regresa como si en la memoria hicieran trenes subterráneos, y en cada parada las cicatrices se levantan, sensible la carne. Todas las cosas están heridas, espinas de erizos, atravesadas, llagas blandidas mordiendo los labios. Heridas, punzones de acero que apagan luceros, chorros incesantes, vómitos del miedo. Ellas que huyen a los fueros internos y suben a techos de tantos misterios. Heridas del hombre, cavernas con ruidos, nocturnas alimañas, soledad del fuego. Heridas del aire que corren y nos besan, que en sus vaivenes rezan alfileres. Heridas que borran la luz y los ojos, la risa de bares y el azul de los mares. Heridas de muerte, de amor  y de vida, aquellas que matan tantas y tantas cosas, el color y el cielo.  Heridas que nunca borrarán las rosas, aquellas rosas que puse en tu pelo.