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martes, 9 de marzo de 2010

POESIA


El gris
Autor: Virgilio López Azuán

El gris tiene en su piel los asombros, la tarde a la deriva, las nubes del agua. Tiene vísperas de sombras y el retiro hacia la luz. Tiene augurios de noches, ensayos y fiestas de estrellas nacientes. El gris es como el hombre henchido de celos que frunce el ceño y sus ojos son destellos de perro enloquecido. Es el polvo, pólvora en las guerras, estallido del limo en la matriz de la tierra. El gris es como el gato de ojos nocturnos, dibujante de un cielo vaciado de nubes. Y en la muralla del amor el gris es un tono triste que viste de crespones, es piedra de mar, orbe lejano, golpes en la cara cuando las heridas van curando. El gris es agua de ríos antiguos y piedras mojadas, es musgo envejecido, cicatrices del canto. Nadie como el gris entre la luz y las sombras, entre el blanco tibio con sabor de auroras y el negro presentido con caballos de gloria. Nada como el gris, poblado de espíritus, de ritos y visiones, de ángeles marinos que adivinan batallas.  El gris está muy lejos, con sus tonos claros, se jacta de los sentidos, de los verdes prados. Si lo buscan lo encuentran al final de las horas, en el rezo de la abuela, en el Rosario y la congoja, en la plata del tiempo, en la tierra y el establo. Lo encuentran en el mar llovido, cuando el relámpago estalla, una piedra gris llega y como si no pasara nada. El gris es una tarde de diciembre, que se ha ido sin recuerdos, es la carretera larga, interminablemente larga donde los adioses desfilan como cadáveres eternos. El gris es simulacro y verdad, esencia de astros, de la piedra en el fuego de los santos. Como gaviota  el gris merodea los mares para lanzarse a la orilla del sacramento. El gris es un adolescente que sueña con la noche para descubrir sus velos. Es un bolero cantado en el destierro, que se baila y se vive en un sorbo de alcohol y un amor sin remedio. El gris es un color con tránsito al misterio.