El caso Odebrecht en
República Dominicana, presenta una buena oportunidad para que la justicia asuma
sus funciones sobre la base de las leyes y el buen proceder, sin las miradas
privilegiadas del poder político, económico y social del país. Como noticia se
ha ventilado la declaratoria del señor Angel Miguel Rondón Rijo, quien dijo
haber recibido 92 millones de dólares por parte de la empresa por los servicios
prestados en el país, o sea cerca de 4, 500 millones de pesos. Se da a
entender que esos pagos al señor Rondón se han hecho en buena lid ya que el concepto
es por servicios prestados. Ahora bien, ¿qué se hace con más de 4, 500 millones
de pesos en un país como la República Dominicana? ¡Waooo! Olvidemos que la
inversión sea en las necesidades demandadas por el pueblo. Enfoquemos la mirada
en lo siguiente: ¿Todos esos cuartos son para el señor Rondón? Si es así ese
negocio como de lobista es de los más lucrativos del planeta. Ahora bien, para
la realización de obras en un país debe llenarse algunas formas legales,
presupuestarias y la decisión de los sectores del poder político que son
encargados de este tipo de acciones nacionales.
¿Quiénes pudieron beneficiarse de esos 4,500 millones, para hacer “líquida”
las operaciones legales y las facilidades en cuanto a las licitaciones,
otorgamiento y el desarrollo de la obras? El gobierno dominicano ante la
situación de escándalo internacional con la firma Odebrecht
ha iniciado un plan que algunos lo encuentran parcial porque solo se limita a
la planta de Punta Catalina, otros entienden que pone en tela de juicio las
competencias de justicia dominicana para asumir tal responsabilidad, y los más críticos,
que es producto de una desesperación gubernamental debido a la empresa de
corrupción que rige en la República Dominicana.
La formación de una comisión de “notables”, de “mansos y cimarrones”, viene
a ser, a mi juicio una medida de alta política del presidente Danilo Medina,
que los sonidos de sus tambores se podrán escuchar más allá del 2.020. ¡Claro!
Dependiendo del papel de los “notables”, sabiendo que los antecedentes de muchas
comisiones formadas por los gobiernos, escarcean, pitan y luego se diluyen. Sin
embargo, el beneficio de la duda debe estar presente y apostar al éxito de las
indagatorias, tanto de la comisión como por parte de la justicia dominicana. No
hay ser tan pesimista, aunque sugiero que nunca se pierda el escepticismo, la
sospecha de que todo puede pasar en la viña del Señor.
Lo que a veces preocupa es que muchos sectores con vuelos políticos,
intelectuales y morales asuman una posición de laissez faire ante
la gravedad de la descomposición moral de la nación, que los ejercicios de
reclamos de los derechos se hagan, poniendo primero sus intereses personales y
grupales, dejando a la nación sucumbirse en la vorágine y el vértigo social. Que
la arquitectura cerebral de la sociedad no esté basada en puntos firmes para la
convivencia humana en armonía con el medio ambiente, capaz de generar las formas
más asertivas para evitar la corrupción, la delincuencia y la degeneración en
sentido general.
Nuestra sociedad necesita una revisión para identificar y procesar los “cerdos
disfrazados de palomas mensajeras, / a Caperucita y a su abuela/ a Tom y Jerry
y Cenicienta”, por referirme en una metáfora cantada, a todos los que tienen
que dar cuenta a este país. Los falsos revolucionarios
y los derechistas, los zurdos y ambidiestros,
el flaco y el feo, los arribistas y los enquistados, los vocingleros
y los callados. Todos.
Debemos evitar que la corrupción no sea "una empresa lucrativa", porque
ya se está pensando cobrarle impuesto sobre la renta a los sobornos.
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