Autor: Virgilio López
Azuán
En eras antiguas el individuo
humano conoció el uso de la tierra, del fuego, los metales, los utensilios de
labranzas y las maneras de congregarse en pequeños grupos humanos, dejando poco
a poco las prácticas nómadas. Eso surge de ese impulso interior que lo
caracteriza como un animal social y también “político” como lo declaró el
filósofo griego Aristóteles en su momento. Acompañan a este proceso las
necesidades de alimentación y protección
donde se generan las técnicas de cultivos y construcciones de viviendas para
vivir en comunidades.
A medida que
fue aumentado la población y el manejo de las tecnologías para dominar su
entorno y la naturaleza, el hombre ha pasado por un proceso complejo donde
define las maneras para vivir juntos. Para eso hubo ideas en todos los órdenes
que transformaron a la humanidad hasta llegar a ser lo que somos en hoy. Entre
estas ideas estaban y están las de tipo político, que en sus esencias proponen
la visión de un mundo mejor; la administración de los recursos (que ya se
tornaban escasos) y sobre todo, las de justicia social y dignidad humanas.
Para esto hay
grandes pensadores que se expresaron en sus épocas. Sus ideas revolucionaron
los esquemas de pensamientos, y aún más, muchas de esas ideas trascendieron los
tiempos de sus forjadores y gravitan como forma de relación y administración
humanas en el mundo actual.
Muchas de esas
ideas y acciones han impulsado a la humanidad en su desarrollo, pero también otras han diezmado ese desarrollo. Aquí cabe
mencionar a Marx, Heger, Sócrates, Platón, Aristóteles, Rousseau, Descartes, Foucault, Kant,
Hitter, Stalin, Lenin, Mousolini, entre muchos nobles y villanos.
Pero nos vamos a referir a esas grandes
ideas políticas que nacieron de la esencia de los hombres y mujeres con gran
visión del mundo y del bienestar social. Las mismas son planteadas por personas
de grandes sueños y realidades de la humanidad y la naturaleza. Estos son muy
pocos y esas ideas y se convierten en ideas líderes: en lo político, social,
económico, cultural, filosófico, religioso, y más.
Esas ideas
están, pero ¿quiénes suelen desusarlas para establecer zonas de poder,
hegemonías y control del estado de las cosas? Casi siempre son los llamados
mercaderes de esas ideas, politicastros, energúmenos, traficantes, apostadores,
manipuladores, embaucadores, burladores, mentirosos, y demás “malas yerbas”. La
sociedad actual está plagada de ellos, son los menos los que con grandes
ideales hacen actividad política por las caídas de las prácticas morales y
éticas en todas las dimensiones. Eso no quiere decir que no haya excepciones. Pero
cada vez menos.
Las sociedades
actuales están quedando en manos de los narcotraficantes, ladrones, mentirosos,
apostadores, explotadores, demagogos, corruptos e ineptos. ¡Qué pena que la
humanidad este cogiendo estos derroteros cuando las tecnologías apuntan a
grandes logros para mejorar la calidad de la vida de los seres humanos! Eso es
una pena.
Es por esa tendencia
que existe la fábrica de pobres en África y América Latina por poner solo dos
ejemplos. Con los modelos económicos actuales, las riquezas se concentran más
en los pocos, nada en las mayorías, mientras unos pocos lo tienen todos, la
mayoría vive en la situación más depauperada. Menos de diez personas tienen más
dinero que 4 mil millones de personas juntas.
Se mercadean
las ideas progresistas de hombres y mujeres que su visión del mundo es
trasformadora. Venden estas ideas, pero los mismos mercaderes no tienen la
mínima noción de las esencias de las mismas. Priman otros intereses, que casi
siempre se distancian de estos pensamientos avanzados. Juegan con ellos, los
manipulan, y no los aplican. Pero lo peor del caso es que las sociedades con
escasos desarrollo de la educación, les siguen el juego a esos mercaderes, los
escuchan y viven de sus proclamas que no son más que discursos de plazuelas, y
repetidos, que no sirven para nada. Pero lo más malo de todo es que según recientes
estudios de firmas prestigiosas, los discursos valen muy poco en el mundo
actual y menos aún en nuestros países dependientes. O sea, que si también se
pierde el discurso, y con la práctica, aquí se salvará el que pueda como se
dice popularmente.
Se le ha
mentido tanto al pueblo que ya son pocas las ideas que prosperan por el grado
de incredulidad que existe.
En sociedades
“democráticas” como la nuestra, el precio del voto es demasiado caro y sólo los
que tienen capacidad de pago pueden comprarlo: narcotraficantes, corruptos y
ladrones. Mientras más se encarezca el voto accederán a los estamentos del
poder los que puedan comprarlos.
Por suerte la dinámica
social y humana apunta siempre a mejor auto organización y siempre se tiene la
esperanza de que cambien los modelos de pensamientos, las maneras de hacer
política, la formas de administrarnos y de vivir juntos. Al menos no se puede
perder la esperanza.
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