Virgilio López Azuán
El mundo cristiano celebra en diciembre la navidad la cual
evoca el nacimiento de Jesús Cristo. Este acontecimiento narrado en la biblia
hebrea envía mensajes impregnados de
valores éticos a las culturas humanas. Mensajes poderosos capaces de estremecer
la simiente de las conciencias más involucionadas y transformarlas en actos de
amor y solidaridad.
A lo largo de la historia donde se ha conformado el concepto
“humano”, donde pensamientos éticos y morales han confluido, se han enfrentado,
han sojuzgado y han moldeado maneras de convivencia, encontramos la complejidad
de los individuos humanos frente a sí mismos y a los demás. Encontramos maneras
que van desde la más absoluta expresión de amor hasta la barbarie encarnizada;
el ruido enloquecedor de los tiempos y el soplo leve del viento sobre las
aguas.
Quizás dentro de esa vorágine que es la vida, no podamos dar
respuestas exactas al comportamiento humano a pesar del avance de la
psicología, la piscología social, la psiquiatría y la filosofía como base de la
sabiduría y la descripción de la esencia, discutida en todas las
civilizaciones, antiguas y modernas.
Resulta difícil que no comprendamos la génesis de los
fenómenos de masas, del comportamiento de las multitudes, de las reacciones
culturales, de la fina tela sobre la cual descansa la dignidad. Que no
entendamos las consecuencias de los métodos utilizados en la entrega de cajas
navideñas al pueblo en esta amada República Dominicana.
Muchos gobiernos, de todos los partidos han utilizado los
mismos métodos y el resultado siempre es igual: desordenes, personas heridas y
muertos. En el caso de este año 2015 tres muertos y varios heridos.
¿Qué es lo que pasa?
Trataré de reflexionar, sin compromiso de llegar a conclusiones únicas.
Lo hago ante lo que me causa ese fenómeno complejo que tiene cientos de
lecturas, dependiendo de la perspectiva del enfoque: el partidarismo político,
la economía, el humanismo, la
solidaridad, y sobre todo, la filosofía de entender los actos de humanos.
No se explica que desde el litoral de la acción gubernamental,
y de los partidos políticos, en la entrega de cajas navideñas al pueblo se siga
cometiendo los mismos errores años tras años. Parece que no existe una fórmula
que solucione ese mal. No se sabe si es mejor utilizar el orden que el caos. Se
recuerda que a principio de los gobiernos peledeístas, este partido
verdaderamente organizado como institución política, entregaba las canastas
navideñas por medio de sus organismos o comités de base. Pero ¡oh destino! Las
entregas se realizaban a miembros y a veces en horas de la noche. Este fue uno
de los principios para que desde el litoral del Partido Reformista Social
Cristiano y su líder Dr. Joaquín Balaguer, inspirado en la extinta doña Rosita
Fadul difundieran y popularizaran el mote de “Comesolos” a los peledeistas. Ese
mote cayó con balde de agua fría y se convirtió en un arma de campaña en contra
del partido morado y la estrella amarilla.
Poco a poco se fueron cambiando los métodos, aunque permanece
la entrega por organismos y personas del partido, se agregó la entrega de estas
cajas o canastas navideñas a las masas en plazas públicas, volviendo a las prácticas balaguerista y perredeísta.
Siempre se presentan
los mismos problemas, la distribución de las cajas promueve la corrupción y el
favoritismo. Se utilizan las fuerzas armadas y la policía para el control de
oleadas de personas que buscan las canastas en los camiones o lugares de
distribución. Siempre las filas, los amontonamientos humanos, los empujones, el
uso de la fuerza policial y militar, los insultos, los improperios al gobierno,
la violencia, los heridos y los muertos.
Estas cajas navideñas contienen algunos alimentos que solo
sirven para hacer uno dos comidas tradicionales en las casas, no más. Y la
gente hace filas de largas horas y se aglomera: mujeres embarazadas,
envejecientes, niños, personas con discapacidad y otros sectores del pueblo.
Decenas de profesionales del “tigueraje”,
se dan cita, y se encargan de acumular
varias cajas por encima de todo, con violencia y sin mirar maltratos a los
demás. Eso es puramente indignante.
Pero ¿Qué lleva a un pueblo a que acuda en pasmosas
multitudes a buscar estas “benditas” cajas? ¿Existe en el país tanta hambre que
se arriesgue la vida humana detrás de una caja de alimentos? ¿El paternalismo
cultural? ¿El pobre nivel educacional servido al pueblo? Pero ¿que ganan en
popularidad los gobiernos con esta práctica a todas luces inadecuada? ¿Es que
no existen otras maneras para hacer llegar estos “regalos” a los sectores
vulnerables de la sociedad?
Parece extraño que años tras años sondeos estadísticos
internacionales indican que República Dominicana tenga los niveles de
“felicidad” más altos en América Latina. Eso es contraproducente,
contradictorio, complejo y digno de un análisis sociológico científico,
desafiante y esclarecedor.
Creo como tantos que lo que sí disminuiría este fenómeno es
el fortalecimiento de la educación, la creación de empleos, el incentivo a la
producción, la erradicación de la corrupción, la eliminación del paternalismo o
cultura del “dao”, el fortalecimiento de los valores éticos y morales de la
sociedad, las prácticas de inclusión en contra de la discriminación, la
eliminación de los abismos políticos, sociales y económicos entre unos y otros.
En fin, la creación de un pensamiento colectivo que elimine el individualismo y
el “yoismo”.
La navidad debe ser un espacio de renovación espiritual y
material como es la tradición. Es para forjar “ideas rectoras” que nos hagan
ser ciudadanos del planeta con dignidad y respeto por la vida, a la naturaleza
y al cosmos. Que la navidad sea para el
amor y la paz universal.
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