Virgilio López Azuán
(Primera parte)
El impacto
global de las nuevas tecnologías, las informaciones y las comunicaciones en los últimos
veinticinco años ha cambiado modelos de pensamientos, éticas y maneras de
actuar del individuo humano y las sociedades. Existen maneras de pensar que no
son más que recreaciones de antiguos modelos de concebir al individuo y a la
sociedad. Sólo que esta vez nos encontramos ante un fenómeno comunicacional de
gran escala apoyado en las tecnologías que nos organiza y al mismo tiempo nos caotiza
de una manera tal que impactan en las construcciones axiológicas forjadas en
toda la historia humana.
El estudio y las
aplicaciones de los métodos de ciencias han encontrado como aliados a las
nuevas tecnologías que sobre su montura han acelerado y dinamizado la búsqueda
de soluciones a problemas humanos y del planeta en sentido general. En ese
orden, el alcance global de la información genera una visión diferente de los
fenómenos y los procesos sociales, políticos y culturales; genera poder y
favorece la expresión de las ideas y los conceptos.
Antes eran menos
los que producían informaciones dirigidas a grupos o sociedades un tanto
limitados. Ahora, la democratización de los productores de informaciones ponen
en riesgo los modelos informativos tradicionales. Las redes sociales se han convertido en
grandes productoras de todo tipo de informaciones, en todos los ámbitos y
direcciones. Una estrategia trazada por los informativos tradicionales es
unirse a ese sistema masivo, formal e informal que producen estas redes. Parece
que pierden la batalla, pues son en gran parte, repetidores, altoparlantes de
noticias ya sabidas.
La velocidad con
que se produce y difunde la información es sencillamente pasmosa. Y esa
capacidad global de estar informados vincula cada vez más a las personas y
colectivos humanos. En este momento ha muerto el hombre de las cavernas de Platón,
ya las sombras en las paredes espantan cada vez menos y la humanidad se prepara
en batalla para la explicación y conquista del Todo en el mundo físico cuántico
junto a otras ciencias que le sirven como soporte.
Sin embargo, no
todo apunta en una misma dirección. Los estados de conciencias siempre
presentarán desniveles en su madurez y diversidad. Eso permite grados de
complejidades en los fenómenos y procesos comunicacionales. Todo mundo sabe lo que pasa, pero no todo mundo
percibe de la misma manera lo que pasa.
Esa es la riqueza humana y esa es también su pobreza.
La llamada
sociedad del conocimiento sigue siendo un mito, una promoción de las farándulas mediáticas y manipuladoras. ¿A quién o a quienes le sirve
el conocimiento? ¿Cómo se transmiten? ¿Cómo son utilizados, dentro del mundo
depredador y alienante?
Preguntarán los
lectores ¿de cuál lado estará mirando al mundo el que escribe estos párrafos?
¿Estará impactado por un neo existencialismo, crítico-ciber de la tal llamada
postmodernidad? ¡Postmodernidad! ¿Postmodernidad de qué? ¿De esa que ha sido
capaz de recrear mapas ideológicos y pseudo ideológicos? No lo creo.
Una
postmodernidad con una mirada a un liberalismo de redes, fortalecidas por
grupos y países hegemónicos que al mismo
tiempo han entrado en decadencia de forma ideológica. Con un dualismo
tecnológico y humano que fabrica abismos insalvables en la humanidad.
A cada momento
volvemos al pasado, esta vez más acelerados. A cada momento vamos al futuro más
alienados y controlados.
Aquí la pobreza
humana saca sus garras, manipula de forma atroz y utiliza todos los recursos
disponibles para obtener, acumular y utilizar el poder. Lo hace sobre ese
colchón de individuos humanos excluidos, discriminados y carcomidos en términos materiales, sujetos de derechos y
hasta espirituales.
Algunos piensan
que estamos ante guerras de civilizaciones. Pero la sociedad humana ha pasado
por grandes guerras de civilizaciones en el pasado. Lo que pasa ahora es que
estas guerras alcanzan escalas globales. Para eso se forman telarañas de países
mancomunados y acaban con todo, violando sus propias reglas de mancomunidad.
La naturaleza
cobra con creces todo daño y nos devuelve de manera impiadosa. En ese sentido
la comunicación a escala global juega su rol y los comunicadores,
principalmente los de mass media han de
asumir altas responsabilidades en los lenguajes y el acto comunicacional en
favor de los grupos humanos y sociedades.
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