Por Virgilio López Azuán
La
humanidad vive una época de cambios acelerados y desaceleración al mismo tiempo,
mundos paralelos se proyectan en
diferentes direcciones con sentido contrario. La imagen no es de dos
líneas paralelas, la imagen es de muchas líneas paralelas que forman una plataforma
virtual como una gran red de norte a sur, entrelazada por otra plataforma con
la misma naturaleza, pero de este a oeste. También esa misma red se proyecta en
ambos sentidos en todos los puntos cardinales intermedios, formando un tejido
como si fuera un manto o tela, con puntos internos que son agujeros donde yacen
los misterios insondables de la propia humanidad.
Hay
tantas vías, tantos caminos, tantas avenidas por donde seguir que a veces
parece que el individuo vive un marasmo de sentidos poli direccional y
contrapuesto. Cualquiera podría pensar que es predominio del hombre demens, pero no es así, aunque se tenga
la certeza de su inefable presencia.
El
desplome de muchos mitos y símbolos, la pérdida del sentido holístico, los
aportes de la ciencia y la técnica han puesto al individuo en una situación de
síndrome humano-cósmico, pero al mismo tiempo le ha dado la oportunidad para se
capaz de revertirlo con nuevas maneras de pensar acumulada por el conocimiento
heredado y adquirido de la cultura universal.
Una
amenaza lo será siempre el uso indiscriminado del paradigma egocéntrico en
actos puramente de conciencia. Toda la culpa la buscamos en factores extra
personales, políticos, sociales, culturales, científicos, etc., y no hemos
sabido aquilatar los aportes de cada disciplina como parte del tejido de la
construcción humana.
En
ese contexto, muchos vuelan altos y otros están tocando fondo, yendo al
paroxismo en ambas direcciones. La vehemencia del nuevo nihilismo para
encontrar las soluciones en el caos, las corrientes metafísicas y espirituales
unas se fortalecen y otras se precipitan. Pero siguiendo la Ley del péndulo,
recidiva.
Siempre
grupos humanos han ido y van mucho más adelante que otros, ya la historia de la
civilizaciones nos evocan esas realidades. Las luchas por destruir e implantar
culturas y civilizaciones son registradas desde la antigüedad por historiadores
y cronistas. Existe una población en el planeta que llega tarde a los
escenarios del desarrollo de la ciencia, la técnica y los productos de la
cultura, y siempre ha sido así. Existe un dualismo injusto, mientras unos gozan
de la tecnología de punta y los avances de la ciencia para resolver la mayoría
de sus problemas vitales en el planeta, otros mueren por falta de una vacuna o
un pedazo de pan. Muchas enfermedades catastróficas son curables y solo unos
cuantos lo saben y tienes acceso a ese privilegio. La ética y las pseudo-éticas
están presentes a veces como muros de contención y otras tantas como caudales
incontrolables que generan formas de veneración, miedos, y heroísmos.
Una
de las grandes interrogantes de líderes y lideresas mundiales es la manera de
preservar la vida en el planeta tierra.
Cumbres, cónclaves, congresos, seminarios a escala global son celebradas cada
vez con más frecuencia. Maneras de sobrevivir a la guerra bacteriológica, a los
ataques atómicos y otras formas de exterminio, mantienen a muchos pensando las
veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año en
como afrontar situaciones de exterminio parcial y global de los individuos y
las especies del planeta. Y sin embargo, en ese mismo, sentido millones de
personas ignoran tal situación y otros ignoran que ignoran. Bueno, pero todo
“obra para bien” como dice esta frase hecha en la cultura del conformismo y las
creencias. Si todo el mundo estuviera al tanto de la magnitud de las problemáticas,
y se tuviera conciencia plena de la misma, el caos en su expresión destructiva
sería parte del problema detonante.
Heidegger, Nietzsche, Freud, Morin, Kant, Newton,
Weber, Marx y cientos más, sinceros, equivocados, dementes, equilibrados…, han
entendido, desde su óptica, que la búsqueda de nuevas formas de pensar, nuevas
maneras de interpretar el mundo y la realidad podría ser beneficioso para
conocer a los individuos, las especies y las sociedades en el planeta y, por qué no, otras formas de
inteligencias cósmicas.
12
de febrero, 2012
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