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domingo, 25 de diciembre de 2011

POESIA


CANTO CUARTO7

POESÍA DEL EFLUVISMO
AUTOR: VIRGILIO LOPEZ AZUAN

Y llegamos a la fiebre de los círculos
A la matemática del origen
Porque hemos nacido en la primera sacudida del mar
En un vértigo de algas y helechos, al chispazo del vacío
Nadie entenderá la olvidada raíz del alba,
rozando los diamantes que lanza el sol a los océanos,
a la superficie de la magia y la gloria.
No seremos los mismos si nos reinventamos
en la lucha del color y la luz, en antagónica esencia
del día y de la noche enamorados.
Esta es nuestra primera manera de entender el universo,
la sonrisa globalizada y las desganas.
Para quemar las ansias, estamos aquí, conociendo la luz
que se quiebra detrás de los  brazos adoloridos,
 por la cruz del día culpada al quebrar la noche
de escaleras muertas. No llegamos a los huecos del día,
donde se marcha tú luz, donde el agua
se bifurca en soledades, en la virtual esencia de tu boca.
Más allá de los sentidos, de la voz pretérita
de pirámides y ladrillos, más allá de las catacumbas,
cerca del sol que amaneció tendido en tus ojos.
Más allá de las imágenes en blanco y negro de las noches
y la mística de la estrella que brilla en la estela,
en la saliva boreal del incendio.
Pensaremos en la unión de cosmos cuando la conciencia
levantada del cansancio provocado
nos obliga a tendernos las manos a la orilla del abismo.
El fin del juego en los intentos del olvido nos arrebata,
nos mata sublimes.
Entendemos cuando la luz se redobla en la voz del necio,
de la estrella robada en la mañana cristalina.
Somos la roca, la roca edificada, donde los dedos del siglo
 tocaron los primeros rayos del miedo,
las huellas convertidas, los instantes repetidos de lo azul.
Jamás debemos salir a la calle con los vacíos del alma.
Hemos llegado a la cima del querer,
donde se buscan los refugios de la noche
 para perderse en el origen, en la plática crepuscular del milagro.
La noche sabrá de la canción salida a las dos de la tarde,
frente al frío de las manos.
Enterraremos los tiempos inservibles,
los que se fueron a pregonar la última noticia y los juegos.
De nada sirve tirarse, esperar que el orbe
dé vueltas en los sentidos,
en la perfecta manera de entendernos humanos.
Si ya volvieron las mariposas, si abrimos las venas
para que circule la sangre
 y  los volcanes de las sombras, reverberen la muerte
del paisaje ultrajado.
Las venas serían las cavernas silenciosas
 por donde no iríamos, atacando los glóbulos de la esencia,
la que se hizo verde al verdor de tus ojos.
Por eso estoy aquí, por eso estamos aquí,
volando con los pies de las historias y los denuedos.
Por eso ya no conmovimos y nos asombramos,
en la cabeza de la serpiente que vino a visitar
la casa y las esperas, los ajuares del olvido
y la ausencia habitada del miércoles pasado,
donde fuimos presos del verso libre,
preso del tic tac, del ritmo vespertino de lucero.
Ya somos los dos en uno, habitantes
de espacios inconmovibles.
Podemos decir que hemos triunfado
al instante de atrapar los peces del desierto,
los que dejaron las serpientes del verano
para que no muriéramos en las hogueras del resol.
Ya hemos triunfado lo proclamo
o ¿Hcaso nos está fallando la memoria del día?
¿Habremos de inventarnos de nuevo,
en la toda la extensión del canto,
en el bicuadrado del bostezo, en la aureola
primera de las manos?
Siempre nos contentamos corazón de hojalata,
dioses incautos que robaron las palabras
del mito milenario, de los mercados levantados
en las memorias del alma. Como si no fe
Éramos, somos, punto y a parte del diamante,
gloria extendida en los cuatro puntos
cardinales del dormido.
Así habremos de asistir a los años sabáticos
del agua, a la querida presencia de tu cuerpo
y el mío haciendo el amor en la punta de cigarrillo
como dos malditos existencialistas,
aquejado del infundió, del chisme sideral del desprecio,
de la cantata en las misas de domingo,
o en las charlas del sustantivo.
Mejor era volverse verbo o ¿ya nos volvimos?
Mejor no pensar que la memoria nos tortura
las ansias de la juventud inveterada,
la razón de las formas, la tortuosa desidia
de las otredades.
Ya no nos importan al heredad,
acrisolar las formas, las temibles
 formas incorrecta del diálogo.
Me quiero lanzar a lo profundo y no puedo. 
en los profundo está lo eterno.
Nos queremos lanzar ahora en esté instante,
en este segundo muerto por las penas,
por las penas de los círculos de los Dante
que aligeran los Virgilio del purgatorio.
Si todos entendiéramos la mitad del todo,
todo sería agridulce en el limón de los senos,
de marca lúdica que hubo aquella noche,
la del origen, la dulce noche del estallido,
cuando todos estábamos confundidos,
cuando ya éramos parte de toda una meta poesía
 recién despedida del universo,
 del planeta azul de los inventos.
Ya tenemos entre las manos las manzanas,
las dulces manzanas cargadas de serpientes
para despertar los ojos dormidos,
las cavilaciones reflejadas en el estanque,
los misterios del fuego retenidos
al borde de una sonrisa. 
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