La
Isla de Santo Domingo, está afectada por una gran sequía que está impactando de
forma negativa en la producción agrícola y pecuaria. En la República
Dominicana, especialmente en la parte Este del país se verifican meses sin lluvias
y se han perdido las cosechas de diversos cultivos, lo mismo ha sucedido en la
pecuaria, miles de reses, chivos, aves, cerdos y otros animales han muerto por
la falta de agua. Los embalses de
nuestras presas están en cotas inferiores y las reservas se agotan, tanto para
el uso en los cultivos como para el consumo humano.
Las sequías y los periodos de lluvias son más
frecuentes en las últimas décadas debido al cambio climático, a los fenómenos del
niño o de la niña, a la deforestación, al calentamiento global, a la falta de implementación
de políticas públicas y privadas, a la cultura humana de uso del medio, que contrarresten
el fenómeno.
Las sequías no son nuevas en el país, se recuerda
que el profesor Juan Bosch recreó este fenómeno atmosférico en uno de sus
famosos cuentos, el titulado “Dos pesos de Agua”, donde se pedía por la lluvia
ante una inmensa sequía. No podía haber drama más desolador el descrito por el
autor, pero tampoco no podría haber mejor metáfora para describir la cantidad
de agua que cayó al comprarle a las “ánimas” dos pesos de agua.
El texto bíblico hebreo nos habla tanto de la sequía
ambiental como la espiritual en forma simbólica. Nos refiere las grande sequías
en Israel, Serepta y Samaria. En Jeremías 14, versículo 4 se escribe “Los
campesinos se preocupaban y se agarran la cabeza, porque el suelo está reseco
y no ha llovido en el país”.
Así
en varios textos de culturas antiguas aparece tanto la sequía como los periodos
de lluvias e inundaciones.
Las sequías son frecuentes en el planeta y más en
los últimos decenios. Esa situación preocupa a las autoridades y a la población
en sentido general. Siempre se ha dicho que las guerras del futuro serán por
falta de agua, no por falta de petróleo.
Mientras
tanto, esperemos que llueva en la isla de Santo Domingo, para contrarrestar
esta escasez de agua, para que no sigan muriendo animales y cultivos. Al
escribir estas líneas recuerdo un canto popular de antaño pidiendo que llueva: “¡Qué
llueva, qué llueva, la virgen de la cueva! Los pajaritos cantan arroz con
habichuela… (hay otras versiones).
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