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miércoles, 27 de marzo de 2019

¡Que llueva!




La Isla de Santo Domingo, está afectada por una gran sequía que está impactando de forma negativa en la producción agrícola y pecuaria. En la República Dominicana, especialmente en la parte Este del país se verifican meses sin lluvias y se han perdido las cosechas de diversos cultivos, lo mismo ha sucedido en la pecuaria, miles de reses, chivos, aves, cerdos y otros animales han muerto por la falta de agua.  Los embalses de nuestras presas están en cotas inferiores y las reservas se agotan, tanto para el uso en los cultivos como para el consumo humano.

Las sequías y los periodos de lluvias son más frecuentes en las últimas décadas debido al cambio climático, a los fenómenos del niño o de la niña, a la deforestación, al calentamiento global, a la falta de implementación de políticas públicas y privadas, a la cultura humana de uso del medio, que contrarresten el fenómeno.   

Las sequías no son nuevas en el país, se recuerda que el profesor Juan Bosch recreó este fenómeno atmosférico en uno de sus famosos cuentos, el titulado “Dos pesos de Agua”, donde se pedía por la lluvia ante una inmensa sequía. No podía haber drama más desolador el descrito por el autor, pero tampoco no podría haber mejor metáfora para describir la cantidad de agua que cayó al comprarle a las “ánimas” dos pesos de agua.

El texto bíblico hebreo nos habla tanto de la sequía ambiental como la espiritual en forma simbólica. Nos refiere las grande sequías en Israel, Serepta y Samaria. En Jeremías 14, versículo 4 se escribe “Los campesinos se preocupaban y se agarran la cabeza, porque el suelo está reseco y  no ha llovido en el país”.

Así en varios textos de culturas antiguas aparece tanto la sequía como los periodos de lluvias e inundaciones.

Las sequías son frecuentes en el planeta y más en los últimos decenios. Esa situación preocupa a las autoridades y a la población en sentido general. Siempre se ha dicho que las guerras del futuro serán por falta de agua, no por falta de petróleo.

Mientras tanto, esperemos que llueva en la isla de Santo Domingo, para contrarrestar esta escasez de agua, para que no sigan muriendo animales y cultivos. Al escribir estas líneas recuerdo un canto popular de antaño pidiendo que llueva: “¡Qué llueva, qué llueva, la virgen de la cueva! Los pajaritos cantan arroz con habichuela… (hay otras versiones).

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