POESÌA DEL EFLUVISMO
VIRGILIO LÓPEZ AZUÀN
Ya se acabó la llama que encendí en el alba de sus ojos. Ya el humo se ha perdido en los todos los absurdos. En los huecos terribles se arrastran los adioses, como tigres arrepentidos. Pero están allí, peligrosas fieras, asaltante de lágrimas ocultas. Es que tanta luz nadie la soporta, es que tantas nubes explotan aguaceros. Ya se acabó la espera de agujas amarillas, latidos de relojes, ansiedad de calles cabalgando, lengua del cuerpo. Para morir no se necesitan puertas sólo el ocaso de la lluvia papita mi silencio en gotas, en los aleros irrepetibles del cielo. Las puertas se reclaman en el infinito, cuando irrumpe la nada. Ya se acabó la otra manera mirar las olas, la tierra morada y dolida de huellas, las excusas repetidas del fuego. Las puertas son las razones para salir corriendo detrás de los umbrales, de esa pasión inasible que nos duele. Para vivir se necesita el aliento leve, el beso del agua en todos los fuegos, en todas alas. Ya se acabó el carnaval de caretas, los colores opuestos de una risa conclusiva. A la espalda sonará el portazo del olvido, del olvido repentino que nos viene por última vez, con traje de octubre
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