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martes, 18 de octubre de 2016

La miradas al mundo


Por Virgilio López Azuán

Las explicaciones del mundo, y la búsqueda de las verdades que en él se encuentran, son tan numerosas como diversas. Hay en el camino de esa búsqueda, tantos encuentros como desencuentros; hay espacios para las convergencias y las divergencias. Las razones para explicar los fenómenos de la naturaleza en su excelsa infinitud han encontrado a lo largo de la historia del género humano el caos y el orden, lo sublime y lo siniestro.
Los pitagóricos veían al mundo por medio de las matemáticas. Con sus fórmulas trataban de buscar las explicaciones que dieran respuestas a todo. En cierta medida, fundaron una ética por medio de sus planteamientos e investigaciones. Las matemáticas fundamentaron sus ideas, y de cierta manera, sus conclusiones fascinaron a muchos de sus adeptos de ayer y de hoy.
Religiosos y místicos explican al mundo por medio de los dioses, dejando las razones por los actos de fe. Ellos han ido más allá, explican la vida y también la muerte con sus argumentos, basados en sabidurías legadas de la cultura general y particular de los pueblos. Auscultan misterios y develaciones de los mismos para auto explicar de forma reflexiva su origen, esencia y fin.
Los ateos plantean su visión excluyendo a los dioses. Ninguna deidad omnisapiente y omnipresente sobrevive a sus razones, es más, además de no sobrevivir, esos dioses son negados de existencia. Para ello surgieron importantes escuelas filosóficas, como es el caso del existencialismo, que en algunos casos no negaron la existencia, sino que en su mirada Dios habría muerto, ante la impronta del concepto de existencia, definida principalmente a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Los científicos hacen ingentes esfuerzos para explicarlo todo. Con el apoyo de los métodos de ciencias y tecnologías, en los últimos dos siglos, han logrado avances inimaginables en centurias pasadas. La búsqueda de la verdad y la solución a los problemas humanos registran en los tiempos actuales una pasmosa velocidad, sin escapar de la generación de forma exponencial de nuevas verdades, de nuevos problemas, a los cuales también habrán de buscarles soluciones.
Los artistas encuentran la explicación del mundo por medio de la estética, crean sus mundos ideales, sublimes y caóticos; recrean los paisajes externos y devuelven lo que la imaginación ha fraguado en su interior.
Un químico ve al mundo por medio de los átomos, moléculas, fórmulas... Lo orgánico y lo inorgánico ocupan un campo de análisis en la búsqueda de verdades de grandes magnitudes. En ese mismo sentido, los físicos intentan de describir energía y materia, y los fenómenos naturales en sentido general, con exactitud y veracidad.
Los músicos definen al mundo en ese acoplamiento entre los sonidos y los tiempos, el pentagrama y las claves; mientras que el botánico explica al mundo a través de las plantas, todo se alza por los vasos conductores, por la fisiología vegetal y la relación con toda la naturaleza.
Los arquitectos ven el mundo por las formas, auscultan, comparan; deducen simetrías inimaginables, retan los planos y se deslizan sobre rectas y curvas; sorprenden con los ángulos y en la máxima idealización de las formas, son capaces de crear sus propios minimalismos.
Grandes filosofías han construido plataformas éticas para sostener sus argumentos, y cada una de ellas, aunque en algunos aspectos coincidan, en la mayoría de sus fundamentos difieren como resultado de la evolución de las culturas y los pensamientos de los colectivos humanos.
Tan poderoso es el fenómeno de las diferencias que, cuestiones como la variación del clima, de un lugar a otro, ha permitido la construcción de pensamientos totalmente diferenciados en los grupos. Tan compleja es la cuestión que una sola idea enrumba a poblaciones por pensamientos determinados, que a la postre se sostienen o se caen porque pierden o no tienen valores de verdad.
Las filosofías, grandes y pequeñas, pueden manejar visiones cósmicas y trascendentes. La máquina cerebral de producción de conocimientos se convierte en una industria propagadora de sus verdades que tienen dobles o múltiples caras, entre ellas las materiales y las espirituales.
Todas las épocas irrumpen con sus propias filosofías, no importan sus conceptos, sus formas, sus tendencias, sus éticas y sus comportamientos. Toda esencia envuelve cierta filosofía. Para algunos entendidos en el asunto, sobre todas ellas, evidenciada principalmente en la filosofía de la política, sus motivaciones ancestrales es el poder. Hasta el mismo poder ha creado sus propias filosofías para incidir en las visiones del mundo y las conductas de humanos.
Nunca como hoy, las tecnologías acompañan a la mayor parte de los procesos y acciones humanas. Corrientes de pensamientos, de mercados y de poder, las están convirtiendo en indispensables para la sobrevivencia en el planeta.
La propagación de la tecnología moderna, en todas sus vertientes también ha construido sus propias filosofías, y le está cambiando la manera de pensar y de ser a todo individuo y colectivos a escala planetaria. Las guerras de civilizaciones están apoyadas por altas tecnologías, en la supremacía de conocimientos, en la acumulación de poder y en el establecimiento de redes políticas que suelen ser letales para el aniquilamiento y desaparición de sociedades completas.
La búsqueda de la verdad siempre ha sido y será un problema de existencia, tanto material como espiritual, y es tan compleja su dimensión, que hasta los métodos de búsquedas antagonizan unos con otros. Profetas y mártires han ofrendado sus vidas y han hecho prosperar y sucumbir naciones y civilizaciones, buscando o mostrando los caminos de la verdad unas veces preconcebida, estereotipada, materializada y hasta divinizada.
Las miradas al mundo, desde cualquier dimensión, siempre tendrán la condición de reduccionistas. No podrán explicar el todo fenomenológico. Es por ello que los puntos antagónicos se convierten en razón creativa, la misma que conduce a otra explicación de las cosas desde otra dimensión.

Azua de Compostela, 18 de octubre del 2016.
 


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