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lunes, 29 de abril de 2013

Le dije a Silvio Rodríguez: El “Escaramujo” no se pone viejo.


El cantante Silvio Rodríguez dedica un libro a Virgilio López Azuán



Por Virgilio López Azuán

Lo vi ayer, lleno de tiempo. Su gorra de revolución y sus manos firmes; sus metáforas vivas y su piel de mimbre. Me autografió su libro“Cancionero” y puso: “Al poeta Virgilio López Azuán”. Mientras escribía, toda la revolución cubana pasó como película en mi mente. No importa por qué, perofue así; mitad verdad, mitad invento. Pero sus canciones estaban allí. El “PlayaGirón” navegó mis zonas de luna, el “Elegido” no era un animal de otro planeta,era el mismo Abel, o “Che” levantando su ideal. “Ojalá” se deslizó con la historia de la muchacha a quien Silvio le cantaba, y el verso comprometido miraba desde un rincón, atrincherado.  
Ya son otros tiempos y otras batallas, ya los versos se han quedado “disolviéndose entre los aguaceros”. Ya Silvio está gordo, no es aquel flaco de “7 días con el pueblo”, ni la seña de “Unicornio” que un día pensé que fuera. Pero es otro Silvio, más Silvio que Rodríguez, y que Domínguez, su segundo apellido. Me firmaba el libro era como “un hombre común, una animal de galaxia”, que un día se dio por cantar sus protestas y sus sueños, que mil poemas en cancioneros, le dieron tonos azules al cielo de los rebeldes.
Y entonces, llegaron a mí las protestas en el Liceo Román Baldorioti de Castro, en los años 70s, las bombas lacrimógenas, y  las horas de estudiantes presos. Sin quererlo,Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, eran de muchachos elegidos, eran la Nueva Trova Cubana. La fiebre de Marx en la mirada, y los ojos nuestros con “piedras de futuras miradas”. Eran otros tiempos y otras canciones, otras luchas, otras batallas…
El Silvio de las canciones de  protesta, vida y amor: “Junto a tu cuello de porcelana/yo me tendiera, paloma mía/ Quien lo pudiera besar un día/ quien lo posara sobre tu cama”.  Y a seguidas “La canción urgente para Nicaragua”, o aquellos versos cuando “Mi casa ha sido tomada por las flores”. El Silvio que cuando da una canción es “como un disparo, como un libro, una palabra/ una guerrilla, como ‘da’  el amor”.
Ese Silvio que escribe mi nombre en su libro nuevo de canciones “eternamente breves”, es aquel que hizo consumir mil horas de nuestros sueños, y nos metió en espirales de versos para escribir un poema nuevo. No sé si digo bien, ¿es ese el Silvio o sólo es otro, otro Silvio nuevo?  Como quiera que sea, no importa, ahora junto a él, pasaron a  mi asombro tantos Silvio nuevos, tantos Silvio viejos. Y la verdad no sé si quedarme con todos o con el otro Silvio que inventaré de nuevo.
Me salieron unas palabras cortas: El “Escaramujo” no se pone viejo”. Él levantó su mirada y me dijo en voz de tonada: “Yo vivo de preguntar/saber no puede ser lujo”.  Hubo un silenció de un segundo eterno. Sonreí  y en una metáfora borracha de magia el trovador me pasó su libro de canciones. No lo puede evitar, el “Escaramujo”no se pone viejo, la poesía no envejece, es siempre nueva, por eso antes de irme me asaltaron sus versos. “El agua ardiente en puchero/ suelta una ánima que sube/ a disolverse en la nube/ que luego será aguacero”.
Les aseguro, que con esos últimos versos ahora me quedo.