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domingo, 28 de octubre de 2012

NUEVOS POEMAS



Otros Fuegos.


VIRGILIO LOPEZ AZUAN


Deslúmbrame con tus manos extendidas de panes, con tu abrazo eternamente niño.Entérame del rastro de arroz en las bocas, del pez coleteando entre los dientes, sobre la lengua salada del hambre. Suéname de manera irrepetible, segando los días en blanco, comiendo el breve latido del aire. Deslúmbrame con otro gesto de sol en la cara, con otro estallido del alma. Entérame de tus lunas y tus mañanas, del fuego en la lengua con cada palabra. Invéntame la historia repetida en cada calle, para mirarte de nuevo, irremediablemente estallada, irrepetible, viento de verdes ramas. Deslúmbrame con tus luces, y tus velas, con todos tus arcos de lágrimas nocturnas. Entérame de tu cielo y tus batallas, de tus siluetas deslumbradas. Camíname en tu suelo de dulces coronitas, y atiza tu fuego para siempre amén. Si algo queda en tus dedos, toca el cáliz peduncular de la ternura. Tiéndeme en otros alambres, entre las ropas claras de tu cintura, en tu graciosa piel de estambres. Deslúmbrame con tu pecho que amamanta la luna y los secretos, con la calle que pisas, con la olvidada historia de seres callados. Caliéntame las manos con tu fuego de manos y tu pecho deslumbrado. Deslúmbrame de nuevo como tantas veces quiero, deslúmbrame siempre, con tus otros fuegos.

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SERES PROFUNDOS


Virgilio López Azuán
Poesìa del Efluvismo
Y te vas, agua elemental de media tarde, agua de limo, colorida. Como si fuera un instante te vas, cargada, piel de montaña y clorofila. Eres la lluvia con alma de nube echada sobre los charcos, echada de tantos firmamentos. Y te vas, tornado vespertino de besos, de profundo besos poblados de cerezos. Como niña te vas, a contar otra historia en el mar, a los peces que sueñan, peces de papel y lentejuelas. Corre corre sobre la tierra amante de besos, elemental de medio dia, de media noche y amanecidas. Corre corre, serpiente escurridiza que nos lleva, que nos engulle, remolino de viento que trepa. Y te vas, sin ataduras ni alambres, ni lunas retenidas. Y  sin marcha atrás, te vas sobre todos los sueños, sobre todas las palabras robadas en las puertas. Corre corre, con cierto desespero, con cierta manía de la partida. Agua agua, elemental, corre corre sin las heridas del fuego. Y te vas blanca, como una nube acariciada. Todo el lodo se hizo fuego, toda llama se convierte en sortilegio, con alaridos de instantes felices. Te vas, fulminada de tiempo, con todos los huesos absorbidos, de sentimientos y heridas. Y sordos, como seres profundos quedaremos solos con nuestros mundos. Y te vas, solo sé que te vas, y mis manos sin planetas se quedan, mis ojos se alejan llenos de pájaros, sin galaxias ni constelaciones, totalmente solo, totalmente frío. Y te vas, y despertaremos ausentes como dos mudos sin palabras, sin reconocernos.  Corre corre por tus huellas e  instintos. No me dejes tu lecho que enamora mares, porque duele. No me dejes tus voces, ni tus rosas. Solo quiero por última, vez besar tu boca de río.
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Anda la Voz y la Partida


De Virgilio López Aziuán

Entre tantas gargantas anda la voz,  y trepado en el cielo, el grito desolado. Anda la voz, anda. Con su grito de cielo trepado en las gargantas. Y yo callado de cantos entre tantas voces desoladas. Entre tantas monedas anda la plata plateada y sin amor.
Anda la vida sobrada de ciclones, poblada de vacíos. Y debiera preguntar si escucharon su voz, ardiente llama, soñada de razones. Si le alcanzó el grito para sorprenderla en su partida.
Debiera preguntar si quedaron vivos los diciembres y los estíos. Pero no, solo el grito trepa sin rastro de luceros. Pero no, entre tantas gargantas andamos perdidos. Anda la tierra de prisa redonda, con su traje de huellas, ultrajada de hombres.
Anda la vida furtiva por las calles, lame la noche en las aceras, lame el humo, el viento entre las ramas. Anda la vida terriblemente sola con tanta voz en la garganta. Debiera preguntar si es un grito o un llanto, o si la lluvia arrastra sueños de lagartos. 
Debiera entender el sonido roto de las sombras, la lluvia en los contenes, el fuego que arde entre las palabras. Debiera escuchar otros gritos, otras hecatombes de corazones latiendo. Pero no, no escucho nada, ni los astros en la memoria los retengo, ni la cama se recuesta en tu espalda.  
Anda la voz, yo sé que anda. Y ese grito se levanta en lunas solitarias, y ese grito te llama. Y sube, sin rastro de luceros, sin brillo de mar, mujer que inventó la partida.
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