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sábado, 28 de mayo de 2011

!Corran, corran, que el mundo se acaba!


POR VIRGILIO LOPEZ AZUAN

Desde el confín del tiempo, desde hace tantos y tantos años las profecías de que el mundo se acaba nos vigilan y nos asaltan. En muchas culturas aparece el diluvio universal como una etapa de cataclismo en la tierra. La más popular en el mundo cristiano es la que cuenta los hebreos en las Sagradas Escrituras, La Biblia, donde se muestra en su primara parte la historia del pueblo hebreo y  en la segunda parte la vida, muerte y resurrección de Jesús Cristo; así como también el libro de Revelación o el Apocalipsis, precisamente este último de carácter profético.
El diluvio universal no solo aparece en los textos hebreos aludidos, sino que existe una versión del diluvio en las crónicas compiladas por Fray Ramón Pané cuando convivía con los taínos de la Isla Hispaniola. Cuenta, como mito, la historia de Yaya y su hijo Yayael. Yaya le da muerte a Yayael, introduce sus huesos en una calabaza y la cuelga en un rincón del bohío. Después tumban la calabaza y se rompe. De allí salió mucha agua, peces, cetáceos y otros criaturas. Se inundó todo y se formó el mar.  En esta versión de la cultura taína el mundo no se acaba pero la idea de la formación del mar con esa gran cantidad de agua derramada, la idea  de la inundación nos revela  una imagen del diluvio, o sea una especie de cataclismo o tsunami, para ser más moderno en el término.

Otras culturas traen en sus tradiciones el diluvio, o el fin del mundo. Pero aquí nos centraremos en las profecías que anuncian ese fin. Ya dijimos que el libro de Revelaciones o Apocalipsis, nos habla sobre  cómo serán los últimos tiempos de la humanidad.

Los astrónomos, magos, astrólogos, prestigiadores, religiosos, profetas, villanos y otros visionarios han hablado del fin del mundo.  Muchas son las creencias, los mitos y las leyendas que se han creado y recreado en ese sentido. Desde el avistamiento de un fenómeno estelar hasta la más insólita profecía pueden causar escepticismo en mucha gente. Se recuerda la salida de los cometas en tiempos lejanos y actuales. Antes,  la salida de un cometa no solo suponía catástrofes; sino también, la ocurrencia de cosas extrañas como que naciera un gallo con cuatro patas, o que una vaca naciera con la ubre en la cabeza y más… Pero  los cometas pasaban en el arco del cielo y eran raros los casos extraños. Se recuerda el caso del  cometa Halley que fue el primero en ser reconocido como periódico, su órbita fue calculada por primera vez por el astrónomo Edmund Halley en 1705. Se le observó con anterioridad en Europa en el año 1472 por el astrónomo alemán Johann Müller Regiomontano, las observaciones de datos muestran que fue observado por primera vez en el año 239 a. C. El ciclo de avistamiento del Halley es cada 75 ó 76 años.

Cuando mi abuelo el maestro boricua Félix López Menéndez vio en 1910 el cometa Halley  en Puerto Rico, narró a sus hijos, entre ellos a mi padre Reinaldo López (Fallecido) todo el pánico de los puertorriqueños y todo aquello en muchas parte del mundo generó expectación, provocando la reconciliación con Dios por parte de mucha gente y también generó suicidios y otros actos como consecuencia del pánico colectivo. Ya cuando el cometa Halley salió en 1986, el cual observé con unos binoculares la gente no se comportó como en 1835 y 1910, el miedo tenía menores dimensiones.

En una famosa novela brasileña que recrea los amores de Agripa Vasconcelos en Santo Domingo de Araxá, Minas Gerais, Brasil, ambientada en el 1835-1836, la misma novela que los dominicanos reconocen como Doña Bella, aparece el recreado el pánico de la gente al aproximarse el cometa Halley, pues para ellos se aproximaba el fin del mundo.

Decimos todo esto porque para este 21 de mayo fue anunciado el FIN DEL MUNDO. Se hizo el anuncio con grandes vallas y letreros, que su montaje debió costar una fortuna. Pero a la hora que escribo este artículo  son las 12:31 P.M. del  22 de mayo y no ha ocurrido nada, menos en Australia, o en China o en Japón que hace  muchas hora ya es 22 de mayo.

Parece que los falsos profetas nunca se acabarán, aunque la Biblia hable de ellos, aunque se diga que esa hora nadie la sabe.

Quiero reproducir un poema que me ha enviado el ambientalista Luis Carvajal para que mis lectores vean su visión sobre este anuncio de que se acabaría el mundo:

QUE SE ACABE Y EMPIECE.

No porque algún cometa errante nos encuentre,
o que estalle la luna en mil pedazos.
No porque el Sol se duerma y no despierte,
o porque el mar se convierta en aguacero.
No serán los volcanes que vomiten
azufre y polvo y caminos de fuego.

No será porque el dedo se equivoque
y un hongo gris se eleve por los cielos
convirtiendo la noche en mediodía
y la tierra completa en un infierno.

No será que los odios desbordados
Derramarán cicuta en cada vino;
O que un dios, vengativo y enojado,
quiera acabar al mundo que no hizo.

No será dios, ni el odio,
Ni un hongo gris, Ni un volcán,
Ni el mar que cae del cielo,
Ni el sol que se ha dormido,
Ni la luna, partida en mil pedazos,
Ni algún cometa errante en el camino.

Será el amor, el canto.
Estas voces tan simples,
este delirio.
Este abrazo, esta luz, estos poemas.
Esta muerte del miedo
Y el olvido.

Sera el amor, el sueño,
la esperanza sembrada en los caminos.
La solidaridad
que desborda las plazas, los,
sentidos.

El mundo acabará.
Yo se que acabará
este mundo ya enfermo, sin destino.

No será dios, ni el odio,
Ni un hongo gris, Ni un volcán,
Ni el mar que cae del cielo,
Ni el sol que se ha dormido,
Ni la luna, partida en mil pedazos,
Ni algún cometa errante en el camino.

Será el amor, sin dudas.
Las manos que trabajan.
Serán verso y conciencia
confundidos.
Será el libro, la ciencia, la esperanza,
el sueño y el combate,
no el destino.

Que se acabe y empiece,
Otro mundo, posible y perspectivo.